Cuento que escribí para desahogar algo. Espero que lo disfruten Había cruzado el parque y me dirigía al quincho a realizar mis labores para ese día. El clima no estaba de humor lanzando una inacabable cortina de polvo de lluvia y un poco de frio para realizar una tarde muy gris; cuando finalmente abrí el verde portón me dispuse a entrar. Busqué a Apollo con la mirada y lo encontré mirándome con cautela desde unos pocos metros. Los perros son extrasensoriales y saben cuando algo esta mal con uno incluso si logra aparentar lo contrario a la perfección, lo llamé con un sonido al cual no respondió... su mirada seguía fija en mi, sin pestañear. Me palmé las rodillas y repetí el ruido llamándolo por su nombre, hizo un ademan de acercarse pero dudó y rápidamente volvió a su posición original. Me acerqué yo esperando a ver si retrocedía pero no se inmutó así que di otro paso, su mirada estaba fija en mi... le pase la mano por todo el cuerpo en una caricia pero sus ojos se habían clavado en los míos... nuestras miradas se encontraron y hombre y animal quedamos en silencio mientras nuestras pupilas reflejaban la imagen del otro. Se me antojó muy extraño notar que mi espectro de visión se hacia mas amplio pero no mas claro... sin moverme ni realizar ningún movimiento pase de ver los ojos de Apollo a su cara, luego la pared del fondo, el mueblario, pero todo se sumía en las tinieblas y mientras mi cara se paralizaba mas de ausencia que de miedo sentí un lenguetazo sincero de esos que solos los perros pueden dar, eso es lo maravilloso de los perros, son muy sinceros con sus emociones. A sabiendas de que me introducía en el mundo del recuerdo, me preparé sin inmutarme mientras la lengua de Apollo me recorría la cara una ultima vez y en el fondo la inexpugnable cortina de polvo de lluvia hacia repiquetear techo y piso... todo se difuminó al instante. Era un día normal (siempre son los días normales los mas peligrosos), mi sueño fue interrumpido por el lamento electrónico de tres potentes timbrazos, a mi nunca me pareció despertar a la gente con sonidos fuertes, por eso estoy en contra de los despertadores. En lugar de arrastrarme vagamente hacia la fuente del sonido algo en mi interior había cuadrado que debía correr hacia allí, atropellando todo lo que tuviera enfrente lo mas rápido posible. Levanté el blanquecino tubo mientras y sin saberlo y en otro universo alzaba una mano que empuñaba un puñal de hielo que apuntaba a mi corazón. Me lo lleve a la oreja. La mano, enguantada en negro y con un inquietante puñal de hielo azul se elevó de golpe. Escuché en silencio una voz llena de angustia y suplica que venia del otro lado. La mano vaciló y luego se tensó de golpe, con un movimiento oscilatorio. Me disponía a procesar la información cuando colgué de golpe justo para evitar que el filoso objeto que venia en franca estampida me golpeara mortalmente... me pareció sentir restos de hielo volando por el lugar como polvo de hadas endemoniado. -¿Y el esta bien? - llegó una voz desde las tinieblas, arrancándome del recuerdo. Parpadeé varias veces, en el tiempo que había estado reviviendo lo de tan solo unos pocos minutos atrás me había movido y enderezado. Estaba lejos de Apollo pero aun de frente. Se repitió la pregunta. Miré hacia todos lados hasta entender que solo Apollo podía haber producido ese sonido... no lo concebía como un interlocutor. Esquivé su mirada y cerré los ojos en una mueca de angustia y dolor mientras el perro se estiró cuan largo era y lanzó un grueso aullido en señal de respeto.