Relato corto

Mrmainque · 23/Ago/2013 a las 15:00

Un relato corto que hice para literatura, la consigna era "escribir un mito de la fundacion de tu ciudad"...como que le di una vuelta a la cosa:

Del eter surgio algo, no se exactamente que.Es un evento antiguo, y se a quebrado bajo el peso de los siglos.El surgimiento mismo es una imagen dañada e imperfecta, indistinguible si no fuera por el hecho de que la mirada se ve atraída hacia ese punto, lentamente, a traves de las eras.
Ese algo durmió, intranquilo, durante milenios oyendo todo en el suelo que lo cubria, evolucionando lentamente. Oyo los primeros pasos del continente, fue movido cuando la gran tierra fue dividida en segmentos de lo que habia sido, sin que le importara demasiado pues se sabia inmune a todo daño.
Oyo culturas desarrollarse, conoció su lengua y la sintió cambiar de formas sutiles a lo largo de los siglos, estudiándolas. No entendía a esa gente que caminaba, tranquila, sin saber que debajo suyo un titan, un ser pretérito, que esperaba algo que no sabia cuando ocurriría. Solo que ocurriría, y que ese seria su momento de surgir.
Con el tiempo, y sin darse cuenta en un principio, empezó a pensar en ellos de forma diferente, pues sin llegar a ser siquiera una fracción de lo que el era, contenían lo mismo, una chispa que los diferenciaba de los animales salvajes que poblaban aquellas tierras, una luz a pesar de sus posibilidades de maldad.
Quizas fuera el hecho de que la maldad fuera una mera posibilidad, de que pudieran surgir de sus instintos y pudieran hacer bien o mal a voluntad, desprendiéndose de estos cuando era necesario, pero no. Era algo mas, algo irreconocible, que no lograba distnguir.
Para cuando se dio cuenta de que algo de el pensaba en ellos constantemente -¿Afecto, quizás?¿O simplemente respeto por esa chispa que no lograba identificar del todo?- ya era demasiado tarde, pues no podía librarse de esta sin importar lo que hiciera; era tan incapas de controlar sus pasiones como aquellas creaturas, inferiores y sin embargo iguales a el.
Vivio, con ellos en el mundo superior, durante siglos. Los oia, curioso sobre su aspecto, desarrollarse, evolucionar, facinado con sus lenguajes que cambiaban de formas tan sutiles, capaces de crear poesía o brutalidad por igual.
Luego, cuando los siglos se convertían en milenios de forma delicada e implacable, oyo otro idioma, uno que no conocía.
Y ese idioma trajo consigo, poco después, el ruido del metal cortando primero el aire y luego la carne, el trueno de la muerte, los gritos, los llantos.
Quizo dormir, ignorar el canto de la muerte arriba suyo, pero no pudo; estaba condenado a escuchar, impotente, como aquellos a los que amaba morían, y en esa condena logro identificar la chispa.
Ellos podían crear, al igual que lo podía hacer el, si se les daba tiempo.
Podria haber subido, pero lo no lo hizo, pues aun no era el momento. El momento seria aquel en el que aquel que habia provocado su dolor se parara sobre su lugar de reposo, cuando lo devoraría y torturaría.
Pero aun no, solo en ese momento. Espero, sin saber que el responsable murió sin castigo, durante milenios, eones.
De la sangre de aquellos a los que habia amado, surgió algo. Su chispa no moria aunque ellos mismos lo habían hecho hace mucho, y esa chispa creo algo. Una ciudad surgió de su semilla, aunque bajo otros nombres y con otras caras, y otras manos alzaron los muros y plantaron los campos.
Y el ser, debajo, oyo todo eso alegre, pero aun en su espera vana.
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