No hace falta que comentes lo del "tren bala" Yo tmb estoy en contra de eso ya que es mucho dinero en una inversión poco rentable. Es preferible y más provechoso reactivar las redes ferroviarias que cerró menem pero eso se debate en otro thread. Creo que confundís la recaudación con la ganancia. Si recaudas suficiente podés reinvertir. ¿De qué ganancia monetaria estás hablando? Se busca ganar plata extra con la exportación entonces. Volvemos al principio.
Buscando en Internet encontré los precios de los cereales que buscaba: Fuente: CAMARA ARBRITAL DE CEREALES DE ROSARIO Trigo Maíz duro Girasol Soja Sorgo 01/2001 112,80 88,10 146,90 210,00 72,00 02/2008 570,00 479,50 1.329,80 1.065,00 460,00 No son los que mostró el periodista Navarro, pero el aumento que han tenido, es muy grande... los productores alegan que con las retenciones y los aumentos de los insumos para llegar a cosecharlos, no les queda una ganancia suficiente para seguir invirtiendo en el campo.. Me gustaría conocer, cuanto se necesita invertir para producir tal o cual cereal u oleaginosa y si realmente es rentable o no... no me gustaría saber, una vez más, que los grandes utilicen a los más chicos, para seguir llenando sus arcas... Recién acabo de ver en un adelanto por televisión, que el paro se levanta por 30 días, a los fines de seguir dialogando y llegar a un buen entendimiento... una buena noticia.
agarrá google y poné "cotización soja" y te salen montones de webs con la noticia de que bajó el 20% estos dias. En 2 días un 10%. Si cosechaban y vendian con retenciones a este paso hacían más de lo que van a hacer XD la soja se viene en picada porque lo que pasó en chicago. Se produjo mucho más que el año pasado.
La soja viene bajando hace un apr de mecs.. Hace un par de años escaseaba :S y por eso el presio tan alto q alcanzo :S Pero ahora q todo el mundo tiene :s se va en pikada el precio :S
Si Nico... eso es lo que hice... de allí saqué todos los datos que puse, nada más que me quedaron desaliñados... hay que correr un poco a la derecha los nombres de los cereales y abajo se ven los precios del año 2001 y más abajo, los del 2008...
Cacerolas de teflón No te oí… En los días del silencio atronador. No te oí junto a las madres del dolor, no sonaste ni de lejos, por los chicos, por los viejos… olvidados. No te oí… Puede ser que ya no estoy oyendo bien, pero al borde de las rutas de Neuquén, no te oí mientras mataban por la espalda a mi maestro. Y entre nuestros cantos desaparecidos yo jamás oí el sonido de tu tapa resistente, que resiste comprender que hay tanta gente que en sus pobres recipientes solo guarda una ilusión. Cacerola de teflón, volvé al estante, que la calle es de las ollas militantes… Con valiente aroma de olla popular. Cacerola de teflón, a los bazares, o a sonar con los tambores militares… Como tantas veces te escuché sonar. No te oí… Cuando el ruido de las fábricas paró, cuando abril su mar de lágrimas llenó. No te oí con los parientes del diciembre adolescente… asfixiado No te oí… Puede ser que mis orejas oigan mal, pero nunca te he sentido en la rural, reclamar por el jornal de los peones yerbateros, por la rentabilidad de los obreros, por el tiempo venidero, por que venga para todos. No te oí ni te oiré porque no hay modo De juntar tu avaro codo con mi abierto corazón. Cacerola de teflón, volvé al estante… De los muebles de las casas elegantes Que las cocineras te van a extrañar. Cacerola de teflón, a los bazares O a sonar en los conciertos liberales Como tantas veces te escuché sonar. No te oí … En el puente de Kosteki y Santillán No te oí por el ingenio en Tucumán No te oí en los desalojos, ni en los barrios inundados … de este lado. No te oi… En la esquina de Rosario que estalló cuando el angel de la bici se cayó… Y sus ángeles pequeños se quedaron sin comida. Y jamás te oí en la vida repicar desde acá abajo por un joven sin trabajo, a la deriva. Debe ser que desde arriba, desde los pisos más altos no se ve nunca el espanto y las heridas. Cacerola de teflón, volvé al estante… Yo me quedo en una marcha de estudiantes donde vos nunca supiste resonar. Cacerola de teflón, a los bazares O a llenarte de los más ricos manjares Que en la calle no se suelen encontrar. Cacerola de teflón andá a c…ocinar Q grande Copani, no solo es de River sino que se manda cosas como estas... Gustavo, baja el tenor de la discusión sino el topic se cierra.
Una noticia y un artículo para seguir con el tema: Denunciaron a Lousteau y Urquiza por "favores" a exportadoras agrícolas dedicadas al "tráfico de granos" Tras el conflicto con el campo, esta presentación judicial perjudica más la imagen de los funcionarios. ¿Por qué piden investigarlos? El ministro de Economía, Martín Lousteau, y el secretario de Agricultura, Javier de Urquiza, fueron denunciados penalmente hoy en la Justicia federal por supuestos “favores” a grandes exportadoras agrícolas dedicadas al “tráfico de granos”. Según informaron fuentes judiciales a la agencia de noticias DyN, planteó una "equivocada metodología" en la liquidación de las retenciones a agricultores que "han reportado siderales ganancias" al "puñado de empresas multinacionales que, con la complicidad o al menos aquiescencia del Estado, dominan el comercio exterior" de cereales. La denuncia, que solicitó se investigue a ambos funcionarios y a las grandes compañías exportadoras de granos por supuestas irregularidades en las retenciones a los productores, fue radicada por el ex diputado nacional Mario Cafiero y el abogado porteño Ricardo Monner Sans y quedó a cargo del juez subrogante Marcelo Martínez Di Giorgi, con intervención del fiscal federal Jorge Di Lello. Mediante lo que consideraron "equivocada metodología" en el cálculo de la retención que las empresas exportadoras aplicarían a la hora de comprar los cereales "el productor habría sido despojado así de un 19% del precio e importe que le correspondía". “Las firmas exportadoras cerealeras, a la luz de la documentación que proveeremos, practican una conducta que implica liquidarle al productor un precio sustancialmente menor al vigente en los mercados internacionales (descontados los derechos de exportación y gastos de comercialización y flete correspondientes)", consignaron los denunciantes. Este potencial escándalo involucra a un puñado de empresas, en su mayoría transnacionales, que “logran apropiarse de una sustancial diferencia, en base a la existencia de información erróneamente calculada y publicada oficialmente por la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentos, y por la falta de control cruzado tanto por parte de la AFIP como de la Aduana". Las compañías exportadoras Cargill, Bunge, LDC Argentina (subsidiaria de Grupo Louis Dreyfus), Nidera SA, Noble Argentina (subsidiaria de Noble Grain), Adm Argentina, y Aceitera General Deheza, serían las implicadas en estas irregularidades. Los denunciantes prefirieron no involucrar a Martín Lousteau directamente en las maniobras, pero consideraron necesario investigar si actúa "con desconocimiento, que tiene repercusión, penal en relación a las materias que tiene a su cargo o en complicidad con los intereses de los "traficantes de granos", conforme la denominación que le dio el periodista Dan Morgan". Sobre de Urquiza, plantearon que "habrá que develar el interrogante si la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca, es una estructura al servicio de los productores o al servicio de los traficantes de granos". El peronismo y el campo La actitud del gobierno actual frente al campo no es de ningún modo inédita y ayuda a su comprensión remontarse hacia mediados del siglo pasado. El mundo, el país, las clases sociales y el campo han cambiado considerablemente en ese lapso. Sin embargo, el comportamiento del peronismo sigue siendo el mismo, como si nada hubiera pasado. Ideólogos de procedencia setentista justifican los absurdos del Gobierno al sacar del arcón de los recuerdos reliquias arqueológicas como “oligarquía vacuna” o cánticos olvidados como “patria sí, colonia no”. Estos nostálgicos parecen desconocer que el campo no es un bloque homogéneo y que los conglomerados sociales no son inmutables y eternos. Las antiguas familias patricias dueñas de la tierra en la pampa húmeda hace tiempo se han disgregado, por diversas razones: fragmentación de la tierra por sucesiones, tecnología que permite el cultivo en tierras antes infértiles, sucesivas congelaciones de arrendamientos rurales que transformaron a los chacareros en propietarios, para volver anacrónica la “reforma agraria” que siguen predicando los populistas. Los pools son, en gran parte, redes de pequeños y medianos propietarios, o bien, como en el caso de muchos grandes productores de soja, trabajan en tierras arrendadas. El agro argentino de hoy esta inserto en la modernidad, pues supo aprovechar la estabilidad económica de los ahora satanizados años noventa para tecnificarse, incorporar maquinaria sofisticada y aplicar los últimos descubrimientos de la biotecnología para mejorar el proceso productivo. Supo entender que el conocimiento es el factor clave del crecimiento, en un mundo en el que el trabajo manual está siendo sustituido por la inteligencia. La agricultura es una de las pocas industrias argentinas competitivas con capacidad exportadora y se encuentra, por añadidura, en condiciones extraordinariamente favorables en el mercado internacional, por la creciente demanda alimenticia producida por el ingreso de Asia en el mercado mundial y el consiguiente alza de precios. La globalización, tan demonizada por los populistas, es, al fin, la condición de la prosperidad actual del campo argentino, aunque deba luchar todavía con rémoras del pasado preglobal, como el proteccionismo a los campesinos del Primer Mundo, que transgrede las leyes de la libertad de comercio, sin la cual no puede hablarse de globalización. Pero es en el plano de la política local en que el campo encuentra su mayor enemigo, al tener que enfrentar un modelo económico que desalienta la producción agraria con altas tasas de retención. Además, para compensar los bajos salarios se distorsionan los precios mediante la presión sobre los empresarios y comerciantes o con medidas inauditas, como la prohibición de exportaciones, o ineficaces, como el control de precios de productos alimenticios, que, no obstante, no alcanzan a hacerlos accesibles al consumo popular. Todo esto dentro de un proyecto político y económico de retorno a un capitalismo de Estado que fue un fracaso a corto plazo en tiempos del peronismo histórico y no es más que una fantasía en la era de la globalización. El Gobierno insiste en llamarse nacional y popular en tanto el mundo marcha hacia la mundialización y el policlasismo. La política del kirchnerismo retorna al modelo económico impuesto por los regímenes populistas a partir del peronismo histórico. El desinterés por el comercio exterior para privilegiar la sustitución de importaciones y el mercado interno es precisamente una de las causas del estancamiento y de la crisis permanente que vive el país desde mediados del siglo veinte. Si los asesores ideológicos de los Kirchner conocieran la verdadera historia del peronismo, sabrían que ese modelo iniciado en 1945 entró en crisis entre 1949 y 1950, y que el propio Perón dio entonces el giro hacia una economía protoliberal. Atenuó el apoyo a las industrias livianas subvencionadas por el agro, se preocupó más por el comercio exterior y, lo que es más insólito, proclamó “la vuelta al campo”, en un famoso discurso en el Teatro Colón, en 1950, dirigido a los empresarios rurales. Hoy, cuando los precios de los productos agropecuarios alcanzan en el mercado mundial cifras comparables a las de comienzos del siglo veinte, se nos da una nueva oportunidad para abandonar el camino que en el siglo pasado no nos llevó a ninguna parte. Carlos Díaz Alejandro, el autor que mejor estudió la historia económica argentina, señaló que muy distinto hubiera sido el destino del país si, en lugar de proteger y subsidiar industrias sin ninguna capacidad exportadora a la vez que desalentaba y aun perseguía al campo, hubiera seguido el ejemplo de Canadá y de Australia. Esos países tan exitosos, lejos de desarrollar la industria a expensas del sector rural, como hizo la Argentina populista, prestaron mayor atención a los bienes exportables –principalmente, los agrícolo-ganaderos–, para provocar con ello, paradójicamente, no una menor, sino una mayor industrialización. La crisis creada por una economía equivocada ha llevado al Gobierno a una encrucijada política. Ha conseguido la unidad, en su contra, de los grandes centros urbanos, los pueblos del interior y del campo. Las ciudades votaron contra la continuidad del kirchnerismo –era previsible su comportamiento en la crisis del campo–, pero los pequeños y medianos productores rurales y los pueblos del interior fueron un factor decisivo para el triunfo de los Kirchner y, a los tres meses, protagonizan los piquetes y los cortes de rutas. Los exportadores agroalimentarios y agroindustriales han sido los que aportaron las divisas que nos permitieron salir del default y lograr el superávit fiscal del que tanto se vanagloria el Gobierno. Esos mismos exportadores rechazan hoy las retenciones abusivas, porque saben bien que éstas no significan la redistribución de la riqueza, como idealiza el Gobierno. No se emplearán para infraestructura ni ahorro interno, que preserve para los malos tiempos, sino para clientelismo, subsidios a empresarios amigos, construcción de obras faraónicas, como el tren bala, o simplemente se perderán en el despilfarro y la corrupción.
Opinión Primero lo primero Por Eduardo Aliverti El hecho concreto que sacude al país no deja espacio para medias tintas. Se está con o se está contra el lockout del “campo”. Y esto está dicho esencialmente, aunque no sólo, desde dentro del ejercicio periodístico y respecto de la cobertura de lo que sucede. Se escuchan posicionamientos ambiguos, siendo suaves, que terminan armando una ensalada indigerible entre que “lo importante es sentarse a dialogar”, que “las dos partes tienen su cuota de razón”, que “hay que bajar los decibeles”, que “la dirigencia agropecuaria fue desbordada por las bases”, que “es una locura la soberbia gubernamental y las acciones patoteriles de D’Elía y los camioneros”. Esos ensaladeros son básicamente los pusilánimes, los mediocres, los que carecen de formación intelectual o ideológica sólida, los que no saben qué opinar y menos que menos, ni aun por intuición, de qué lado ponerse. Pero no son subjetivamente tramposos. No les da la cabeza, simplemente, o, en el “mejor” de los casos, carecen de poder mediático para decir lo que en verdad piensan o sienten. Hay, en cambio, una fauna periodística con dos nutrientes: una está presa de que su negocio es el denuncismo antikirchnerista a rabiar, porque su target son los sectores culturalmente molestos de las clases medias urbanas; la otra, derecho viejo, está ligada a los intereses ideológicos y comerciales de sus multimedios, que le hacen el coro al “campo” con la amplificación desnuda, vacía, espectacularista, del tilingaje cacerolero y de las lágrimas de cocodrilo de gente que se cree la dueña del país. Una parte entre significativa y sustancial de la facturación de los grandes medios proviene de los emporios agropecuarios, de modo que a otro perro con el hueso de la independencia periodística en el tratamiento del lockout del “campo”. No mientan más. Basta de disfrazarse. El hecho concreto es que este paro salvaje generó un desabastecimiento cuyas víctimas, por vía inflacionaria, son los sectores más desprotegidos de la población. El hecho concreto es que los mismísimos protagonistas del paro reconocen que lo que está en juego no es perder plata, sino dejar de ganar alguna. El hecho concreto es que salieron a disputar el espacio público en defensa de sus intereses, a costa de joderle la vida a la mayoría de la sociedad porque esto no es un corte de calles en el centro porteño que perjudica la llegada puntual al trabajo. ¿Están a favor o en contra del hecho concreto? Díganlo de frente. Todo lo demás es anecdótico mientras no haya esa toma de posición definida frente a un episodio de esta magnitud. El segundo aspecto, paradójicamente, es que todo eso que se transforma en anécdota por obra de idiotas útiles y cómplices viene a ser nada menos que el núcleo de lo que debería discutirse. En el turno gubernamental, la situación deja claro que (como en la gran mayoría de las áreas estratégicas) en el desarrollo agrícola-ganadero se carece de un proyecto de mediano y largo plazo que no sea explotar de soja, continuar aprovechando la demanda internacional de materias primas, recaudar con las retenciones y sentarse a tomar mate viendo cómo crecen las reservas del Banco Central. Por fuera de eso –y no solo como responsabilidad del Gobierno, que la tiene en primer grado, sino del conjunto de los actores sociales– no hay debate ni señalamientos alternativos que le importen mayormente a nadie. Quiénes son los principales beneficiarios de esta danza de agronegocios; qué será de la tierra con este esquema de virtual monocultivo, con crecientes riesgos de contaminación de todo tipo; cómo es posible que el 85 por ciento de la producción, en un territorio de cadena agraria, sea llevado por el más caro de todos los medios de transporte, que es el camión, mientras la recomposición de la red ferroviaria destaca como su estrella el montaje de un tren bala; cómo se explica que en este granero del mundo que puede darle de comer a 300 millones de personas haya un tercio de la población pobre e indigente; con qué se traga que más del 90 por ciento de los agentes del campo sean productores pequeños y medianos, y trabajadores rurales, pero casi la totalidad de la superficie en cultivo esté en manos de un puñado de terratenientes... El Gobierno viene eludiendo ese debate, al igual que los grandes medios de comunicación aliados a los fiesteros agroexportadores. Y un buen día, oh sorpresa, resulta que los fiesteros quieren más todavía y paran el país –no hacia dentro de sus cotos, donde siguen cosechando– ayudados por la bronca de los más débiles de la cadena, que les sirven de mano de obra piquetera. El contexto de muñeca política, nula o escasa, que tuvo el oficialismo para manejar el escenario es de segundo, tercer o último orden. El tono soberbio de Cristina, D’Elía corriendo de la plaza a los que de todas maneras se iban a ir apenas llovieran dos gotas, el uso de las huestes de Moyano como fuerza de choque, estructuralmente son pelotudeces. El partido no se juega ahí más que como sección secundaria. Se juega en cómo se reparte la torta y para qué. Sin embargo, que el Gobierno se apropie de una parte de las rentas descomunales del “campo” no puede ser puesto en duda como derecho del Estado, en tanto lo estatal es concebido como regulador de los desequilibrios sociales. Es atrozmente cínico sostener que uno se deja meter la mano en el bolsillo por el fisco sólo si ve que eso es devuelto en el mejoramiento de la calidad de vida de la sociedad. ¿Desde cuándo les importa a estos tipos que las rentas del Estado vuelvan al pueblo en salud, educación, vivienda, servicios públicos? La discusión primaria no puede basarse en si es justificable la atribución del Estado para tomar porciones de lo que produce la economía. Para qué se usa esa retención es un debate que viene después, y que los fiesteros pretenden poner antes. Propiciadores, mandantes y socios de cada dictadura que asoló al país, la única novedad de esta oligarquía, a la que hoy quedaron pegados sectores dirigentes del agro con propuestas históricamente progresistas, es que el gran capitalista agrario tradicional cedió terreno frente a un conjunto limitadísimo de transnacionales y grupos locales, introductores de la valorización financiera de la tierra a través de sus fondos de inversión. Concentración extranjerizada, pero en el fondo semántico, como categoría política, los mismos intereses de la derecha oligárquica de toda la vida. ¿A favor o en contra de su lockout? Para empezar a entenderse desde un lugar tan concreto como la medida que lanzaron. El resto lo discutimos después.