Capítulo II. Los integrantes Andrew y Sandy habían regresado del pantano con varias sanguijuelas, pero lo más importante era que aparte de ellas, habían conseguido un musgo que utilizaban los "brujos" de la tribus para cicatrizar heridas... (claro: tenían esa propiedad ya que sin saberlo, eran nada más y nada menos que los precursores de la "penicilina"). Rápidamente, aplicaron las sanguijuelas alrededor de las heridas para evitar que la infección se siga propagando y sobre las mismas, aplicaron esa "penicilina natural", que en definitiva será lo que las cure. Al levantar la vista, vieron a Lord Edward con cara "de pocos amigos". Ellos creían que era por lo que estuvieron haciendo, pero no imaginaron que era porque no podía hacer funcionar su radio para comunicarse con quien tanto le interesaba. El "negro" Jose suspiró aliviado por el efecto del musgo; pero a la vez estaba angustiado ya que tenía fobia a las sanguijuelas, pero no le quedaba más remedio que aguantarse. Sandy murmuró algo en contra de Lord Edward y sus protesas constantes. A saber por qué decidió patrocinar el Safari si detestaba toda clase de alejamiento de su vida acomodada. Estaba bien claro que sus intenciones estaban más allá de hacer pasar una buena temporada al Safari organizado este año. Sandy estaba casi segura de que codiciaba algo de esas tierras, era bien sabido que el oro es sagrado para los Uthak... detalle que seguramente a Lord Edward no se le había escapado. Miró a su alrededor y contempló a sus compañeros. A su lado, el "negro" José intentaba dormir, ahora que más o menos podía hacerlo. Andrew, sentado un poco más allá, parecía discutir consigo mismo, pensando el modo de sacarlos de allí. Lord Edward entró en su tienda, donde continuó escribiendo sus memorias. Tuki y Wiku preparaban la hoguera para esa noche, siempre murmurando en su lengua nativa. Más alejados, con los nervios aún a flor de piel, estaban los demás cargadores que, según se sabe, son los más superticiosos y por ende, los que más respetan las indicaciones de los indígenas de la zona. El temor se había apoderado de ellos y no era fácil poder mantenerlos tranquilos; además, si bien los leños crepitaban en la hoguera, no había ningún tipo de carne para poner sobre las brasas. A la mañana siguiente, de alguna forma, iban a tener que conseguir algo más sustancioso para comer. A los demás del grupo casi no los conocía pero, Andrew, constituído accidentalmente en el jefe del grupo, no se preocupó mucho por ello: tenía que salvarlos a todos, sin menospreciar a ninguno. En esos pensamiento estaba, cuando se le acercó otro de los cargadores y en su lengua nativa y mezcla con la inglesa, le dijo: "Wanna, mirar el cielo...". Como el día con su llegada, había borrado las últimas sombras de la noche, alcanzó a divisar volando en círculos, un grupo de buitres. Qué significaba aquello? es sabido que los buitres son aves carroñeras y cuando avistan algún animal muerto o tal vez herido de muerte, comienzan a volar en círculos para ver si luego pueden bajar sin peligro para ellos. Andrew no lo pensó dos veces: les ordenó a 4 cargadores que tomen sus lanzas y machetes y que lo siguieran. Rápidamente se dirigió con ellos hacia el lugar donde se divisaban revoloteando los buitres, con la esperanza de encontrar algún animal que les pudiera servir de comida. Cuando se acercaban al sitio, vieron ya desde lejos una leona comiendo una gacela*. Al revés de lo que hacen las leonas para cazar, que avanzan sigilosamente, los cargadores corrieron gritando y revoleando lanzas y machetes, para asustar al felino. Afortunadamente, la leona que ya había saciado su hambre, rugió desdeñosamente y comenzó a alejarse**. Todo parecía indicar que ya estaban en poseción de carne fresca, pero los buitres, al ver que la leona se alejaba, prestamente comenzaron a bajar sobre la gacela. Los cargadores, cuando vieron que podían quedarse sin la carne, con los machetes hicieron frente a las aves y con golpes certeros, cortaron las cabezas a dos de éstos. Los demás, retrocedieron para resguardarse de otros ataques. Andrew, ni lerdo ni perezoso, les indicó a los cargadores que tomen de las patas traseras (dos de cada pata) a la gacela y rápidamente, arrastrándola, se dirigieron al campamento. Por fin, después de varios días, el olor a carne asada iba a diseminarse por el aire nuevamente. Comieron la comida, felices y contentos, e hicieron una fogata en el medio del campamento. Uno de los nativos se puso a cantar una extraña cancion y los demás lo siguieron, haciendole coro. El "negro" Jose llamó a Andrew y le preguntó si sabía tocar la guitarra. Andrew le contestó que sí; entonces, el "negro" Jose le dijo que sacara su guitarra de su equipaje y se pusiera a tocarla para elevar los ánimos de todos en aquella solitaria noche, ya que él, lastimado como estaba, no podía ni sentarse. Andrew llegó con la guitarra, se sentó y se puso a tocar la unica canción que sabía, pero se notaba que habia perdido la práctica. Todos rieron. Un nativo tomó la guitarra y se puso a acompañar el canto de otro. Sandy se quedó mirando a Andrew. - "¿Por qué me mira así?"- se preguntó Andrew. Se puso algo nervioso. Ella tenía bonitos ojos. ¿Le estaba empezando a agradar? -"¡No! Primero esta la supervivencia de todos. Luego habrá tiempo para romanticismos... aunque..."- Andrew se quedó mirando su piel morena iluminada por la calida luz de la fogata- "... Aunque tal vez no salgamos de esta... ¿Y si le digo algo?" Andrew estaba nervioso. Había dedicado toda su vida a la investigación y al saber; nunca había tenido tiempo para entablar una relación con nadie. Ella lo seguía mirando, con una atractiva y amigable sonrisa. Sandy, arrullada por la música, dejaba volar su imaginación. -"Por fin un momento de calma! qué incríble es todo esto..."- y sin embargo, allí estaban. Había vuelto a sus orígenes, a la tierra que la vió nacer. Qué lejos quedaban Londres y el puerto de donde partió, acompañada de Andrew y los demás, para aventurarse en aquel safari. -"Andrew... Qué distinto era a como lo había imaginado. Cuando me ofrecieron el puesto de intérprete, me hablaron de él como de una persona muy inteligente y poco dada a tener amigos... siempre tan metido en sus teorías, tan introvertido... Qué equivocados estaban y qué ciega estaba yo; tendrían que haberse dado cuenta antes de que las apariencias engañan. De no ser por él, aún seguiríamos muertos de hambre y al borde de la desesperación. Lo miró y le sonrió agradecida. Nadie se percató, sin embargo, de que uno de los cargadores, cuando llegaron con la gacela, con un filoso cuchillo, sacó varias tirillas del cuero antes de poner al fuego la carne, para hacer tientos con los cuales habría de fabricar luego, arcos con los que podrían disparar flechas, ya que otras armas de largo alcance no tenían. A la mañana levantaron el campamento y emprendieron el viaje. El dia los recibió con mucho calor y un sol muy agresivo. Todos se aligeraron de ropa y muchos se ataron la ropa de mas en la cintura. Andrew era el único que seguía con las mismas ropas, tal vez por ser excesivamente pudoroso como para dejar ver su torso desnudo. En medio llevaban al "negro" Jose en una camilla, con un aspecto mucho mejor del dia anterior. Lord Edward, siempre solitario y mistico, caminaba detras del grupo con su radio, probando diferentes frecuencias. La selva parecia hacerse cada vez más densa y peligrosa. El terreno era mas desprolijo. El calor abrumaba. En eso, algo interrumpió aquel silencio provocado por la fatiga. Un ruido. Un sonido que cobraba mas fuerza. Provenia de las nubes. Todos levantaron su mirada al cielo. Un avión. Lejano, ajeno, cruzando por entre los cumulos blancos y saliendo de ellos, para pintarse como una mancha blanca sobre el cielo tremendamente azul. El ruido zumbante de los motores todavia se seguia escuchando. Uno de los nativos gritó, y el negro Jose comenzó a reir. Pero, lo del negro José no era risa, sino más bien un rictus de la boca que se asemejaba a una sonrisa, ya que él sabía que el avión que pasaba sobre ellos, no podría verlos ya que justamente estaban en la parte de la selva que se hacía más y más espesa. Estaban en la misma situación que náufragos en una balsa: podrían ver algún barco en la lejanía, pero si no tenían bengalas, los del barco no los verían; y ellos tampoco podían hacerles señales visibles. Lamentablemente, el ruido del avión comenzó a hacerse más y más lejano... Pasaron los días. Cazaban con lo que habían elaborado y bebían del rocío que amanecía en las hojas. El "negro" José parecía más mejorado con la aplicación de las hierbas; a los pocos días ya podía caminar con ayuda de unas improvisadas muletas. Según Wiku y Tuki ya debían de estar a punto de dejar atrás el territorio de los Uthak. Se estaban acercando por fin a la Laguna de los Patos que tanto habían buscado. - Dicen que llegaremos en un par de jornadas más- se volvió Sandy hacia el resto del grupo. Se notaba que hacía grandes esfuerzos para sonreir. Tantos días de agotadora marcha habían hecho mella en su cuerpo y ahora se notaba que le faltaban las fuerzas hasta para intentarlo... - Es mejor que no descansemos esta noche. Aún no estamos seguros en estos contornos- y volviéndose a Sandy, le dijo: - Sandy, yo llevaré tus cosas; pareces cansada. * las leonas cuando van a tener cría, se separan de la manada, tienen sus crías y luego las alimentan hasta que tienen un determinado tamaño, antes de llevarlos junto al grupo... mientras dejan a sus cachorros en lugar seguro, ya que cuando son chiquitos, se mimetizan perfectamente en el medio ambiente, salen a cazar para alimentarse, ya que deben amamantar a dos crías ** sabido es que los felinos, comen primeramente las vísceras de los animales que cazan y luego, el resto, lo llevan y lo cuelgan de algún árbol, a resguardo de las hienas, para comerlo después
Capítulo II. Los integrantes Andrew y Sandy habían regresado del pantano con varias sanguijuelas, pero lo más importante era que aparte de ellas, habían conseguido un musgo que utilizaban los "brujos" de la tribus para cicatrizar heridas... (claro: tenían esa propiedad ya que sin saberlo, eran nada más y nada menos que los precursores de la "penicilina"). Rápidamente, aplicaron las sanguijuelas alrededor de las heridas para evitar que la infección se siga propagando y sobre las mismas, aplicaron esa "penicilina natural", que en definitiva será lo que las cure. Al levantar la vista, vieron a Lord Edward con cara "de pocos amigos". Ellos creían que era por lo que estuvieron haciendo, pero no imaginaron que era porque no podía hacer funcionar su radio para comunicarse con quien tanto le interesaba. El "negro" Jose suspiró aliviado por el efecto del musgo; pero a la vez estaba angustiado ya que tenía fobia a las sanguijuelas, pero no le quedaba más remedio que aguantarse. Sandy murmuró algo en contra de Lord Edward y sus protesas constantes. A saber por qué decidió patrocinar el Safari si detestaba toda clase de alejamiento de su vida acomodada. Estaba bien claro que sus intenciones estaban más allá de hacer pasar una buena temporada al Safari organizado este año. Sandy estaba casi segura de que codiciaba algo de esas tierras, era bien sabido que el oro es sagrado para los Uthak... detalle que seguramente a Lord Edward no se le había escapado. Miró a su alrededor y contempló a sus compañeros. A su lado, el "negro" José intentaba dormir, ahora que más o menos podía hacerlo. Andrew, sentado un poco más allá, parecía discutir consigo mismo, pensando el modo de sacarlos de allí. Lord Edward entró en su tienda, donde continuó escribiendo sus memorias. Tuki y Wiku preparaban la hoguera para esa noche, siempre murmurando en su lengua nativa. Más alejados, con los nervios aún a flor de piel, estaban los demás cargadores que, según se sabe, son los más superticiosos y por ende, los que más respetan las indicaciones de los indígenas de la zona. El temor se había apoderado de ellos y no era fácil poder mantenerlos tranquilos; además, si bien los leños crepitaban en la hoguera, no había ningún tipo de carne para poner sobre las brasas. A la mañana siguiente, de alguna forma, iban a tener que conseguir algo más sustancioso para comer. A los demás del grupo casi no los conocía pero, Andrew, constituído accidentalmente en el jefe del grupo, no se preocupó mucho por ello: tenía que salvarlos a todos, sin menospreciar a ninguno. En esos pensamiento estaba, cuando se le acercó otro de los cargadores y en su lengua nativa y mezcla con la inglesa, le dijo: "Wanna, mirar el cielo...". Como el día con su llegada, había borrado las últimas sombras de la noche, alcanzó a divisar volando en círculos, un grupo de buitres. Qué significaba aquello? es sabido que los buitres son aves carroñeras y cuando avistan algún animal muerto o tal vez herido de muerte, comienzan a volar en círculos para ver si luego pueden bajar sin peligro para ellos. Andrew no lo pensó dos veces: les ordenó a 4 cargadores que tomen sus lanzas y machetes y que lo siguieran. Rápidamente se dirigió con ellos hacia el lugar donde se divisaban revoloteando los buitres, con la esperanza de encontrar algún animal que les pudiera servir de comida. Cuando se acercaban al sitio, vieron ya desde lejos una leona comiendo una gacela*. Al revés de lo que hacen las leonas para cazar, que avanzan sigilosamente, los cargadores corrieron gritando y revoleando lanzas y machetes, para asustar al felino. Afortunadamente, la leona que ya había saciado su hambre, rugió desdeñosamente y comenzó a alejarse**. Todo parecía indicar que ya estaban en poseción de carne fresca, pero los buitres, al ver que la leona se alejaba, prestamente comenzaron a bajar sobre la gacela. Los cargadores, cuando vieron que podían quedarse sin la carne, con los machetes hicieron frente a las aves y con golpes certeros, cortaron las cabezas a dos de éstos. Los demás, retrocedieron para resguardarse de otros ataques. Andrew, ni lerdo ni perezoso, les indicó a los cargadores que tomen de las patas traseras (dos de cada pata) a la gacela y rápidamente, arrastrándola, se dirigieron al campamento. Por fin, después de varios días, el olor a carne asada iba a diseminarse por el aire nuevamente. Comieron la comida, felices y contentos, e hicieron una fogata en el medio del campamento. Uno de los nativos se puso a cantar una extraña cancion y los demás lo siguieron, haciendole coro. El "negro" Jose llamó a Andrew y le preguntó si sabía tocar la guitarra. Andrew le contestó que sí; entonces, el "negro" Jose le dijo que sacara su guitarra de su equipaje y se pusiera a tocarla para elevar los ánimos de todos en aquella solitaria noche, ya que él, lastimado como estaba, no podía ni sentarse. Andrew llegó con la guitarra, se sentó y se puso a tocar la unica canción que sabía, pero se notaba que habia perdido la práctica. Todos rieron. Un nativo tomó la guitarra y se puso a acompañar el canto de otro. Sandy se quedó mirando a Andrew. - "¿Por qué me mira así?"- se preguntó Andrew. Se puso algo nervioso. Ella tenía bonitos ojos. ¿Le estaba empezando a agradar? -"¡No! Primero esta la supervivencia de todos. Luego habrá tiempo para romanticismos... aunque..."- Andrew se quedó mirando su piel morena iluminada por la calida luz de la fogata- "... Aunque tal vez no salgamos de esta... ¿Y si le digo algo?" Andrew estaba nervioso. Había dedicado toda su vida a la investigación y al saber; nunca había tenido tiempo para entablar una relación con nadie. Ella lo seguía mirando, con una atractiva y amigable sonrisa. Sandy, arrullada por la música, dejaba volar su imaginación. -"Por fin un momento de calma! qué incríble es todo esto..."- y sin embargo, allí estaban. Había vuelto a sus orígenes, a la tierra que la vió nacer. Qué lejos quedaban Londres y el puerto de donde partió, acompañada de Andrew y los demás, para aventurarse en aquel safari. -"Andrew... Qué distinto era a como lo había imaginado. Cuando me ofrecieron el puesto de intérprete, me hablaron de él como de una persona muy inteligente y poco dada a tener amigos... siempre tan metido en sus teorías, tan introvertido... Qué equivocados estaban y qué ciega estaba yo; tendrían que haberse dado cuenta antes de que las apariencias engañan. De no ser por él, aún seguiríamos muertos de hambre y al borde de la desesperación. Lo miró y le sonrió agradecida. Nadie se percató, sin embargo, de que uno de los cargadores, cuando llegaron con la gacela, con un filoso cuchillo, sacó varias tirillas del cuero antes de poner al fuego la carne, para hacer tientos con los cuales habría de fabricar luego, arcos con los que podrían disparar flechas, ya que otras armas de largo alcance no tenían. A la mañana levantaron el campamento y emprendieron el viaje. El dia los recibió con mucho calor y un sol muy agresivo. Todos se aligeraron de ropa y muchos se ataron la ropa de mas en la cintura. Andrew era el único que seguía con las mismas ropas, tal vez por ser excesivamente pudoroso como para dejar ver su torso desnudo. En medio llevaban al "negro" Jose en una camilla, con un aspecto mucho mejor del dia anterior. Lord Edward, siempre solitario y mistico, caminaba detras del grupo con su radio, probando diferentes frecuencias. La selva parecia hacerse cada vez más densa y peligrosa. El terreno era mas desprolijo. El calor abrumaba. En eso, algo interrumpió aquel silencio provocado por la fatiga. Un ruido. Un sonido que cobraba mas fuerza. Provenia de las nubes. Todos levantaron su mirada al cielo. Un avión. Lejano, ajeno, cruzando por entre los cumulos blancos y saliendo de ellos, para pintarse como una mancha blanca sobre el cielo tremendamente azul. El ruido zumbante de los motores todavia se seguia escuchando. Uno de los nativos gritó, y el negro Jose comenzó a reir. Pero, lo del negro José no era risa, sino más bien un rictus de la boca que se asemejaba a una sonrisa, ya que él sabía que el avión que pasaba sobre ellos, no podría verlos ya que justamente estaban en la parte de la selva que se hacía más y más espesa. Estaban en la misma situación que náufragos en una balsa: podrían ver algún barco en la lejanía, pero si no tenían bengalas, los del barco no los verían; y ellos tampoco podían hacerles señales visibles. Lamentablemente, el ruido del avión comenzó a hacerse más y más lejano... Pasaron los días. Cazaban con lo que habían elaborado y bebían del rocío que amanecía en las hojas. El "negro" José parecía más mejorado con la aplicación de las hierbas; a los pocos días ya podía caminar con ayuda de unas improvisadas muletas. Según Wiku y Tuki ya debían de estar a punto de dejar atrás el territorio de los Uthak. Se estaban acercando por fin a la Laguna de los Patos que tanto habían buscado. - Dicen que llegaremos en un par de jornadas más- se volvió Sandy hacia el resto del grupo. Se notaba que hacía grandes esfuerzos para sonreir. Tantos días de agotadora marcha habían hecho mella en su cuerpo y ahora se notaba que le faltaban las fuerzas hasta para intentarlo... - Es mejor que no descansemos esta noche. Aún no estamos seguros en estos contornos- y volviéndose a Sandy, le dijo: - Sandy, yo llevaré tus cosas; pareces cansada. El que así le hablaba a Sandy, era Andrew, quien aún se sentía invadido por la mirada que ella le había dedicado aquella noche en que saborearon la carne asada de la gacela... Pero, él también se sentía muy cansado... no estaba acostumbrado a esa vida... el era un escritor y un estudioso, no un asiduo integrante de safaris... El agua que bebían del rocío no era suficiente, pero algo le llamaba la atención... porque los cargadores no se mostraban deshidratados como ellos... los empezó a observar y notó que uno de ellos, con su machete cortó un pedazo de aproximadamente un metro de liana y que luego alzándolo sobre su boca, bebió el agua que caía de ella... (esto lo ví hacer a Tarzán en una de sus películas... cuando chico, era fanático de él y no me perdía ninguna...) si bien su sabor era algo amargo, aparte de apagar la sed, los hidrataba y los proveía de vitaminas, tan necesarias en momentos como esos en que la alimentación era escasa... :wink: * las leonas cuando van a tener cría, se separan de la manada, tienen sus crías y luego las alimentan hasta que tienen un determinado tamaño, antes de llevarlos junto al grupo... mientras dejan a sus cachorros en lugar seguro, ya que cuando son chiquitos, se mimetizan perfectamente en el medio ambiente, salen a cazar para alimentarse, ya que deben amamantar a dos crías ** sabido es que los felinos, comen primeramente las vísceras de los animales que cazan y luego, el resto, lo llevan y lo cuelgan de algún árbol, a resguardo de las hienas, para comerlo después... Lucía: me parece conveniente ir arrastrando capítulo por capítulo, y al final unirlos todos... me parece que va a ser más fácil para ir escribiendo... tu que dices...? Edit: estoy de acuerdo : )
Capítulo II. Los integrantes Andrew y Sandy habían regresado del pantano con varias sanguijuelas, pero lo más importante era que aparte de ellas, habían conseguido un musgo que utilizaban los "brujos" de la tribus para cicatrizar heridas... (claro: tenían esa propiedad ya que sin saberlo, eran nada más y nada menos que los precursores de la "penicilina"). Rápidamente, aplicaron las sanguijuelas alrededor de las heridas para evitar que la infección se siga propagando y sobre las mismas, aplicaron esa "penicilina natural", que en definitiva será lo que las cure. Al levantar la vista, vieron a Lord Edward con cara "de pocos amigos". Ellos creían que era por lo que estuvieron haciendo, pero no imaginaron que era porque no podía hacer funcionar su radio para comunicarse con quien tanto le interesaba. El "negro" Jose suspiró aliviado por el efecto del musgo; pero a la vez estaba angustiado ya que tenía fobia a las sanguijuelas, pero no le quedaba más remedio que aguantarse. Sandy murmuró algo en contra de Lord Edward y sus protesas constantes. A saber por qué decidió patrocinar el Safari si detestaba toda clase de alejamiento de su vida acomodada. Estaba bien claro que sus intenciones estaban más allá de hacer pasar una buena temporada al Safari organizado este año. Sandy estaba casi segura de que codiciaba algo de esas tierras, era bien sabido que el oro es sagrado para los Uthak... detalle que seguramente a Lord Edward no se le había escapado. Miró a su alrededor y contempló a sus compañeros. A su lado, el "negro" José intentaba dormir, ahora que más o menos podía hacerlo. Andrew, sentado un poco más allá, parecía discutir consigo mismo, pensando el modo de sacarlos de allí. Lord Edward entró en su tienda, donde continuó escribiendo sus memorias. Tuki y Wiku preparaban la hoguera para esa noche, siempre murmurando en su lengua nativa. Más alejados, con los nervios aún a flor de piel, estaban los demás cargadores que, según se sabe, son los más superticiosos y por ende, los que más respetan las indicaciones de los indígenas de la zona. El temor se había apoderado de ellos y no era fácil poder mantenerlos tranquilos; además, si bien los leños crepitaban en la hoguera, no había ningún tipo de carne para poner sobre las brasas. A la mañana siguiente, de alguna forma, iban a tener que conseguir algo más sustancioso para comer. A los demás del grupo casi no los conocía pero, Andrew, constituído accidentalmente en el jefe del grupo, no se preocupó mucho por ello: tenía que salvarlos a todos, sin menospreciar a ninguno. En esos pensamiento estaba, cuando se le acercó otro de los cargadores y en su lengua nativa y mezcla con la inglesa, le dijo: "Wanna, mirar el cielo...". Como el día con su llegada, había borrado las últimas sombras de la noche, alcanzó a divisar volando en círculos, un grupo de buitres. Qué significaba aquello? es sabido que los buitres son aves carroñeras y cuando avistan algún animal muerto o tal vez herido de muerte, comienzan a volar en círculos para ver si luego pueden bajar sin peligro para ellos. Andrew no lo pensó dos veces: les ordenó a 4 cargadores que tomen sus lanzas y machetes y que lo siguieran. Rápidamente se dirigió con ellos hacia el lugar donde se divisaban revoloteando los buitres, con la esperanza de encontrar algún animal que les pudiera servir de comida. Cuando se acercaban al sitio, vieron ya desde lejos una leona comiendo una gacela*. Al revés de lo que hacen las leonas para cazar, que avanzan sigilosamente, los cargadores corrieron gritando y revoleando lanzas y machetes, para asustar al felino. Afortunadamente, la leona que ya había saciado su hambre, rugió desdeñosamente y comenzó a alejarse**. Todo parecía indicar que ya estaban en poseción de carne fresca, pero los buitres, al ver que la leona se alejaba, prestamente comenzaron a bajar sobre la gacela. Los cargadores, cuando vieron que podían quedarse sin la carne, con los machetes hicieron frente a las aves y con golpes certeros, cortaron las cabezas a dos de éstos. Los demás, retrocedieron para resguardarse de otros ataques. Andrew, ni lerdo ni perezoso, les indicó a los cargadores que tomen de las patas traseras (dos de cada pata) a la gacela y rápidamente, arrastrándola, se dirigieron al campamento. Por fin, después de varios días, el olor a carne asada iba a diseminarse por el aire nuevamente. Comieron la comida, felices y contentos, e hicieron una fogata en el medio del campamento. Uno de los nativos se puso a cantar una extraña cancion y los demás lo siguieron, haciendole coro. El "negro" Jose llamó a Andrew y le preguntó si sabía tocar la guitarra. Andrew le contestó que sí; entonces, el "negro" Jose le dijo que sacara su guitarra de su equipaje y se pusiera a tocarla para elevar los ánimos de todos en aquella solitaria noche, ya que él, lastimado como estaba, no podía ni sentarse. Andrew llegó con la guitarra, se sentó y se puso a tocar la unica canción que sabía, pero se notaba que habia perdido la práctica. Todos rieron. Un nativo tomó la guitarra y se puso a acompañar el canto de otro. Sandy se quedó mirando a Andrew. - "¿Por qué me mira así?"- se preguntó Andrew. Se puso algo nervioso. Ella tenía bonitos ojos. ¿Le estaba empezando a agradar? -"¡No! Primero esta la supervivencia de todos. Luego habrá tiempo para romanticismos... aunque..."- Andrew se quedó mirando su piel morena iluminada por la calida luz de la fogata- "... Aunque tal vez no salgamos de esta... ¿Y si le digo algo?" Andrew estaba nervioso. Había dedicado toda su vida a la investigación y al saber; nunca había tenido tiempo para entablar una relación con nadie. Ella lo seguía mirando, con una atractiva y amigable sonrisa. Sandy, arrullada por la música, dejaba volar su imaginación. -"Por fin un momento de calma! qué incríble es todo esto..."- y sin embargo, allí estaban. Había vuelto a sus orígenes, a la tierra que la vió nacer. Qué lejos quedaban Londres y el puerto de donde partió, acompañada de Andrew y los demás, para aventurarse en aquel safari. -"Andrew... Qué distinto era a como lo había imaginado. Cuando me ofrecieron el puesto de intérprete, me hablaron de él como de una persona muy inteligente y poco dada a tener amigos... siempre tan metido en sus teorías, tan introvertido... Qué equivocados estaban y qué ciega estaba yo; tendrían que haberse dado cuenta antes de que las apariencias engañan. De no ser por él, aún seguiríamos muertos de hambre y al borde de la desesperación. Lo miró y le sonrió agradecida. Nadie se percató, sin embargo, de que uno de los cargadores, cuando llegaron con la gacela, con un filoso cuchillo, sacó varias tirillas del cuero antes de poner al fuego la carne, para hacer tientos con los cuales habría de fabricar luego, arcos con los que podrían disparar flechas, ya que otras armas de largo alcance no tenían. A la mañana levantaron el campamento y emprendieron el viaje. El dia los recibió con mucho calor y un sol muy agresivo. Todos se aligeraron de ropa y muchos se ataron la ropa de mas en la cintura. Andrew era el único que seguía con las mismas ropas, tal vez por ser excesivamente pudoroso como para dejar ver su torso desnudo. En medio llevaban al "negro" Jose en una camilla, con un aspecto mucho mejor del dia anterior. Lord Edward, siempre solitario y mistico, caminaba detras del grupo con su radio, probando diferentes frecuencias. La selva parecia hacerse cada vez más densa y peligrosa. El terreno era mas desprolijo. El calor abrumaba. En eso, algo interrumpió aquel silencio provocado por la fatiga. Un ruido. Un sonido que cobraba mas fuerza. Provenia de las nubes. Todos levantaron su mirada al cielo. Un avión. Lejano, ajeno, cruzando por entre los cumulos blancos y saliendo de ellos, para pintarse como una mancha blanca sobre el cielo tremendamente azul. El ruido zumbante de los motores todavia se seguia escuchando. Uno de los nativos gritó, y el negro Jose comenzó a reir. Pero, lo del negro José no era risa, sino más bien un rictus de la boca que se asemejaba a una sonrisa, ya que él sabía que el avión que pasaba sobre ellos, no podría verlos ya que justamente estaban en la parte de la selva que se hacía más y más espesa. Estaban en la misma situación que náufragos en una balsa: podrían ver algún barco en la lejanía, pero si no tenían bengalas, los del barco no los verían; y ellos tampoco podían hacerles señales visibles. Lamentablemente, el ruido del avión comenzó a hacerse más y más lejano... Pasaron los días. Cazaban con lo que habían elaborado y bebían del rocío que amanecía en las hojas. El "negro" José parecía más mejorado con la aplicación de las hierbas; a los pocos días ya podía caminar con ayuda de unas improvisadas muletas. Según Wiku y Tuki ya debían de estar a punto de dejar atrás el territorio de los Uthak. Se estaban acercando por fin a la Laguna de los Patos que tanto habían buscado. - Dicen que llegaremos en un par de jornadas más- se volvió Sandy hacia el resto del grupo. Se notaba que hacía grandes esfuerzos para sonreir. Tantos días de agotadora marcha habían hecho mella en su cuerpo y ahora se notaba que le faltaban las fuerzas hasta para intentarlo... - Es mejor que no descansemos esta noche. Aún no estamos seguros en estos contornos- y volviéndose a Sandy, le dijo: - Sandy, yo llevaré tus cosas; pareces cansada. El que así le hablaba a Sandy, era Andrew, quien aún se sentía invadido por la mirada que ella le había dedicado aquella noche en que saborearon la carne asada de la gacela. Pero, él también se sentía muy cansado; no estaba acostumbrado a esa vida: él era un escritor y un estudioso, no un asiduo integrante de safaris. El agua que bebían del rocío no era suficiente y algo le llamó la atención: por qué los cargadores no se mostraban deshidratados como ellos? los observó y notó que uno de ellos cortó con su machete un pedazo de liana de aproximadamente un metro y que luego, alzándolo sobre su boca, bebió el agua que caía de ella***. Si bien su sabor era algo amargo, aparte de apagar la sed, los hidrataba y los proveía de vitaminas, tan necesarias en momentos como esos en que la alimentación era escasa. Quien parecía ajeno a todo era Lord Edward. - "Y a mí quién me lleva mis cosas?" - pensaba mientras se colocaba al hombro, dolorido por sol, sus libros y su radio. - "Soy yo quien lidera este safari, y no ese presuntuoso novato aprendiz de arqueólogo aficionado... Él se lleva las alabanzas y las sonrisas mientras a mí nadie me reconoce mis esfuerzos; quién si no yo, intento contactar con alguien? lo me recuerda...." - y se encerró en sus pensamientos. * las leonas cuando van a tener cría, se separan de la manada, tienen sus crías y luego las alimentan hasta que tienen un determinado tamaño, antes de llevarlos junto al grupo... mientras dejan a sus cachorros en lugar seguro, ya que cuando son chiquitos, se mimetizan perfectamente en el medio ambiente, salen a cazar para alimentarse, ya que deben amamantar a dos crías ** sabido es que los felinos, comen primeramente las vísceras de los animales que cazan y luego, el resto, lo llevan y lo cuelgan de algún árbol, a resguardo de las hienas, para comerlo después... *** esto lo ví hacer a Tarzán en una de sus películas... cuando chico, era fanático de él y no me perdía ninguna...
Capítulo II. Los integrantes Andrew y Sandy habían regresado del pantano con varias sanguijuelas, pero lo más importante era que aparte de ellas, habían conseguido un musgo que utilizaban los "brujos" de la tribus para cicatrizar heridas... (claro: tenían esa propiedad ya que sin saberlo, eran nada más y nada menos que los precursores de la "penicilina"). Rápidamente, aplicaron las sanguijuelas alrededor de las heridas para evitar que la infección se siga propagando y sobre las mismas, aplicaron esa "penicilina natural", que en definitiva será lo que las cure. Al levantar la vista, vieron a Lord Edward con cara "de pocos amigos". Ellos creían que era por lo que estuvieron haciendo, pero no imaginaron que era porque no podía hacer funcionar su radio para comunicarse con quien tanto le interesaba. El "negro" Jose suspiró aliviado por el efecto del musgo; pero a la vez estaba angustiado ya que tenía fobia a las sanguijuelas, pero no le quedaba más remedio que aguantarse. Sandy murmuró algo en contra de Lord Edward y sus protesas constantes. A saber por qué decidió patrocinar el Safari si detestaba toda clase de alejamiento de su vida acomodada. Estaba bien claro que sus intenciones estaban más allá de hacer pasar una buena temporada al Safari organizado este año. Sandy estaba casi segura de que codiciaba algo de esas tierras, era bien sabido que el oro es sagrado para los Uthak... detalle que seguramente a Lord Edward no se le había escapado. Miró a su alrededor y contempló a sus compañeros. A su lado, el "negro" José intentaba dormir, ahora que más o menos podía hacerlo. Andrew, sentado un poco más allá, parecía discutir consigo mismo, pensando el modo de sacarlos de allí. Lord Edward entró en su tienda, donde continuó escribiendo sus memorias. Tuki y Wiku preparaban la hoguera para esa noche, siempre murmurando en su lengua nativa. Más alejados, con los nervios aún a flor de piel, estaban los demás cargadores que, según se sabe, son los más superticiosos y por ende, los que más respetan las indicaciones de los indígenas de la zona. El temor se había apoderado de ellos y no era fácil poder mantenerlos tranquilos; además, si bien los leños crepitaban en la hoguera, no había ningún tipo de carne para poner sobre las brasas. A la mañana siguiente, de alguna forma, iban a tener que conseguir algo más sustancioso para comer. A los demás del grupo casi no los conocía pero, Andrew, constituído accidentalmente en el jefe del grupo, no se preocupó mucho por ello: tenía que salvarlos a todos, sin menospreciar a ninguno. En esos pensamiento estaba, cuando se le acercó otro de los cargadores y en su lengua nativa y mezcla con la inglesa, le dijo: "Wanna, mirar el cielo...". Como el día con su llegada, había borrado las últimas sombras de la noche, alcanzó a divisar volando en círculos, un grupo de buitres. Qué significaba aquello? es sabido que los buitres son aves carroñeras y cuando avistan algún animal muerto o tal vez herido de muerte, comienzan a volar en círculos para ver si luego pueden bajar sin peligro para ellos. Andrew no lo pensó dos veces: les ordenó a 4 cargadores que tomen sus lanzas y machetes y que lo siguieran. Rápidamente se dirigió con ellos hacia el lugar donde se divisaban revoloteando los buitres, con la esperanza de encontrar algún animal que les pudiera servir de comida. Cuando se acercaban al sitio, vieron ya desde lejos una leona comiendo una gacela*. Al revés de lo que hacen las leonas para cazar, que avanzan sigilosamente, los cargadores corrieron gritando y revoleando lanzas y machetes, para asustar al felino. Afortunadamente, la leona que ya había saciado su hambre, rugió desdeñosamente y comenzó a alejarse**. Todo parecía indicar que ya estaban en poseción de carne fresca, pero los buitres, al ver que la leona se alejaba, prestamente comenzaron a bajar sobre la gacela. Los cargadores, cuando vieron que podían quedarse sin la carne, con los machetes hicieron frente a las aves y con golpes certeros, cortaron las cabezas a dos de éstos. Los demás, retrocedieron para resguardarse de otros ataques. Andrew, ni lerdo ni perezoso, les indicó a los cargadores que tomen de las patas traseras (dos de cada pata) a la gacela y rápidamente, arrastrándola, se dirigieron al campamento. Por fin, después de varios días, el olor a carne asada iba a diseminarse por el aire nuevamente. Comieron la comida, felices y contentos, e hicieron una fogata en el medio del campamento. Uno de los nativos se puso a cantar una extraña cancion y los demás lo siguieron, haciendole coro. El "negro" Jose llamó a Andrew y le preguntó si sabía tocar la guitarra. Andrew le contestó que sí; entonces, el "negro" Jose le dijo que sacara su guitarra de su equipaje y se pusiera a tocarla para elevar los ánimos de todos en aquella solitaria noche, ya que él, lastimado como estaba, no podía ni sentarse. Andrew llegó con la guitarra, se sentó y se puso a tocar la unica canción que sabía, pero se notaba que habia perdido la práctica. Todos rieron. Un nativo tomó la guitarra y se puso a acompañar el canto de otro. Sandy se quedó mirando a Andrew. - "¿Por qué me mira así?"- se preguntó Andrew. Se puso algo nervioso. Ella tenía bonitos ojos. ¿Le estaba empezando a agradar? -"¡No! Primero esta la supervivencia de todos. Luego habrá tiempo para romanticismos... aunque..."- Andrew se quedó mirando su piel morena iluminada por la calida luz de la fogata- "... Aunque tal vez no salgamos de esta... ¿Y si le digo algo?" Andrew estaba nervioso. Había dedicado toda su vida a la investigación y al saber; nunca había tenido tiempo para entablar una relación con nadie. Ella lo seguía mirando, con una atractiva y amigable sonrisa. Sandy, arrullada por la música, dejaba volar su imaginación. -"Por fin un momento de calma! qué incríble es todo esto..."- y sin embargo, allí estaban. Había vuelto a sus orígenes, a la tierra que la vió nacer. Qué lejos quedaban Londres y el puerto de donde partió, acompañada de Andrew y los demás, para aventurarse en aquel safari. -"Andrew... Qué distinto era a como lo había imaginado. Cuando me ofrecieron el puesto de intérprete, me hablaron de él como de una persona muy inteligente y poco dada a tener amigos... siempre tan metido en sus teorías, tan introvertido... Qué equivocados estaban y qué ciega estaba yo; tendrían que haberse dado cuenta antes de que las apariencias engañan. De no ser por él, aún seguiríamos muertos de hambre y al borde de la desesperación. Lo miró y le sonrió agradecida. Nadie se percató, sin embargo, de que uno de los cargadores, cuando llegaron con la gacela, con un filoso cuchillo, sacó varias tirillas del cuero antes de poner al fuego la carne, para hacer tientos con los cuales habría de fabricar luego, arcos con los que podrían disparar flechas, ya que otras armas de largo alcance no tenían. A la mañana levantaron el campamento y emprendieron el viaje. El dia los recibió con mucho calor y un sol muy agresivo. Todos se aligeraron de ropa y muchos se ataron la ropa de mas en la cintura. Andrew era el único que seguía con las mismas ropas, tal vez por ser excesivamente pudoroso como para dejar ver su torso desnudo. En medio llevaban al "negro" Jose en una camilla, con un aspecto mucho mejor del dia anterior. Lord Edward, siempre solitario y mistico, caminaba detras del grupo con su radio, probando diferentes frecuencias. La selva parecia hacerse cada vez más densa y peligrosa. El terreno era mas desprolijo. El calor abrumaba. En eso, algo interrumpió aquel silencio provocado por la fatiga. Un ruido. Un sonido que cobraba mas fuerza. Provenia de las nubes. Todos levantaron su mirada al cielo. Un avión. Lejano, ajeno, cruzando por entre los cumulos blancos y saliendo de ellos, para pintarse como una mancha blanca sobre el cielo tremendamente azul. El ruido zumbante de los motores todavia se seguia escuchando. Uno de los nativos gritó, y el negro Jose comenzó a reir. Pero, lo del negro José no era risa, sino más bien un rictus de la boca que se asemejaba a una sonrisa, ya que él sabía que el avión que pasaba sobre ellos, no podría verlos ya que justamente estaban en la parte de la selva que se hacía más y más espesa. Estaban en la misma situación que náufragos en una balsa: podrían ver algún barco en la lejanía, pero si no tenían bengalas, los del barco no los verían; y ellos tampoco podían hacerles señales visibles. Lamentablemente, el ruido del avión comenzó a hacerse más y más lejano... Pasaron los días. Cazaban con lo que habían elaborado y bebían del rocío que amanecía en las hojas. El "negro" José parecía más mejorado con la aplicación de las hierbas; a los pocos días ya podía caminar con ayuda de unas improvisadas muletas. Según Wiku y Tuki ya debían de estar a punto de dejar atrás el territorio de los Uthak. Se estaban acercando por fin a la Laguna de los Patos que tanto habían buscado. - Dicen que llegaremos en un par de jornadas más- se volvió Sandy hacia el resto del grupo. Se notaba que hacía grandes esfuerzos para sonreir. Tantos días de agotadora marcha habían hecho mella en su cuerpo y ahora se notaba que le faltaban las fuerzas hasta para intentarlo... - Es mejor que no descansemos esta noche. Aún no estamos seguros en estos contornos- y volviéndose a Sandy, le dijo: - Sandy, yo llevaré tus cosas; pareces cansada. El que así le hablaba a Sandy, era Andrew, quien aún se sentía invadido por la mirada que ella le había dedicado aquella noche en que saborearon la carne asada de la gacela. Pero, él también se sentía muy cansado; no estaba acostumbrado a esa vida: él era un escritor y un estudioso, no un asiduo integrante de safaris. El agua que bebían del rocío no era suficiente y algo le llamó la atención: por qué los cargadores no se mostraban deshidratados como ellos? los observó y notó que uno de ellos cortó con su machete un pedazo de liana de aproximadamente un metro y que luego, alzándolo sobre su boca, bebió el agua que caía de ella***. Si bien su sabor era algo amargo, aparte de apagar la sed, los hidrataba y los proveía de vitaminas, tan necesarias en momentos como esos en que la alimentación era escasa. Quien parecía ajeno a todo era Lord Edward. - "Y a mí quién me lleva mis cosas?" - pensaba mientras se colocaba al hombro, dolorido por sol, sus libros y su radio. - "Soy yo quien lidera este safari, y no ese presuntuoso novato aprendiz de arqueólogo aficionado... Él se lleva las alabanzas y las sonrisas mientras a mí nadie me reconoce mis esfuerzos; quién si no yo, intento contactar con alguien? lo me recuerda...." - y se encerró en sus pensamientos. ...me recuerda que la radio funcionaba perfectamente y porque ahora no puedo contactarme con nadie...? se nota que pilas tiene, hay ruidos ininteligibles pero no logra una comunicación concreta... cuando de pronto dice en voz baja... no será que a causa del golpe que recibió cuando nos invadieron el campamento y nos llevaron las cosas más indispensables, algo se desconectó...? volvió a depositar todas sus cosas en el suelo y con la punta de su cuchillo, sacó los tornillos de la tapa trasera de la radio... miró y lanzó un grito de alegría... SIIII...!!!! dijo, está desconectada la antena... por eso no tengo alcance... rápidamente la conecta y prueba nuevamente... esta vez, una voz desde el otro lado le responde... * las leonas cuando van a tener cría, se separan de la manada, tienen sus crías y luego las alimentan hasta que tienen un determinado tamaño, antes de llevarlos junto al grupo... mientras dejan a sus cachorros en lugar seguro, ya que cuando son chiquitos, se mimetizan perfectamente en el medio ambiente, salen a cazar para alimentarse, ya que deben amamantar a dos crías ** sabido es que los felinos, comen primeramente las vísceras de los animales que cazan y luego, el resto, lo llevan y lo cuelgan de algún árbol, a resguardo de las hienas, para comerlo después... *** esto lo ví hacer a Tarzán en una de sus películas... cuando chico, era fanático de él y no me perdía ninguna... _________________
Capítulo II. Los integrantes Andrew y Sandy habían regresado del pantano con varias sanguijuelas, pero lo más importante era que aparte de ellas, habían conseguido un musgo que utilizaban los "brujos" de la tribus para cicatrizar heridas... (claro: tenían esa propiedad ya que sin saberlo, eran nada más y nada menos que los precursores de la "penicilina"). Rápidamente, aplicaron las sanguijuelas alrededor de las heridas para evitar que la infección se siga propagando y sobre las mismas, aplicaron esa "penicilina natural", que en definitiva será lo que las cure. Al levantar la vista, vieron a Lord Edward con cara "de pocos amigos". Ellos creían que era por lo que estuvieron haciendo, pero no imaginaron que era porque no podía hacer funcionar su radio para comunicarse con quien tanto le interesaba. El "negro" Jose suspiró aliviado por el efecto del musgo; pero a la vez estaba angustiado ya que tenía fobia a las sanguijuelas, pero no le quedaba más remedio que aguantarse. Sandy murmuró algo en contra de Lord Edward y sus protesas constantes. A saber por qué decidió patrocinar el Safari si detestaba toda clase de alejamiento de su vida acomodada. Estaba bien claro que sus intenciones estaban más allá de hacer pasar una buena temporada al Safari organizado este año. Sandy estaba casi segura de que codiciaba algo de esas tierras, era bien sabido que el oro es sagrado para los Uthak... detalle que seguramente a Lord Edward no se le había escapado. Miró a su alrededor y contempló a sus compañeros. A su lado, el "negro" José intentaba dormir, ahora que más o menos podía hacerlo. Andrew, sentado un poco más allá, parecía discutir consigo mismo, pensando el modo de sacarlos de allí. Lord Edward entró en su tienda, donde continuó escribiendo sus memorias. Tuki y Wiku preparaban la hoguera para esa noche, siempre murmurando en su lengua nativa. Más alejados, con los nervios aún a flor de piel, estaban los demás cargadores que, según se sabe, son los más superticiosos y por ende, los que más respetan las indicaciones de los indígenas de la zona. El temor se había apoderado de ellos y no era fácil poder mantenerlos tranquilos; además, si bien los leños crepitaban en la hoguera, no había ningún tipo de carne para poner sobre las brasas. A la mañana siguiente, de alguna forma, iban a tener que conseguir algo más sustancioso para comer. A los demás del grupo casi no los conocía pero, Andrew, constituído accidentalmente en el jefe del grupo, no se preocupó mucho por ello: tenía que salvarlos a todos, sin menospreciar a ninguno. En esos pensamiento estaba, cuando se le acercó otro de los cargadores y en su lengua nativa y mezcla con la inglesa, le dijo: "Wanna, mirar el cielo...". Como el día con su llegada, había borrado las últimas sombras de la noche, alcanzó a divisar volando en círculos, un grupo de buitres. Qué significaba aquello? es sabido que los buitres son aves carroñeras y cuando avistan algún animal muerto o tal vez herido de muerte, comienzan a volar en círculos para ver si luego pueden bajar sin peligro para ellos. Andrew no lo pensó dos veces: les ordenó a 4 cargadores que tomen sus lanzas y machetes y que lo siguieran. Rápidamente se dirigió con ellos hacia el lugar donde se divisaban revoloteando los buitres, con la esperanza de encontrar algún animal que les pudiera servir de comida. Cuando se acercaban al sitio, vieron ya desde lejos una leona comiendo una gacela*. Al revés de lo que hacen las leonas para cazar, que avanzan sigilosamente, los cargadores corrieron gritando y revoleando lanzas y machetes, para asustar al felino. Afortunadamente, la leona que ya había saciado su hambre, rugió desdeñosamente y comenzó a alejarse**. Todo parecía indicar que ya estaban en poseción de carne fresca, pero los buitres, al ver que la leona se alejaba, prestamente comenzaron a bajar sobre la gacela. Los cargadores, cuando vieron que podían quedarse sin la carne, con los machetes hicieron frente a las aves y con golpes certeros, cortaron las cabezas a dos de éstos. Los demás, retrocedieron para resguardarse de otros ataques. Andrew, ni lerdo ni perezoso, les indicó a los cargadores que tomen de las patas traseras (dos de cada pata) a la gacela y rápidamente, arrastrándola, se dirigieron al campamento. Por fin, después de varios días, el olor a carne asada iba a diseminarse por el aire nuevamente. Comieron la comida, felices y contentos, e hicieron una fogata en el medio del campamento. Uno de los nativos se puso a cantar una extraña cancion y los demás lo siguieron, haciendole coro. El "negro" Jose llamó a Andrew y le preguntó si sabía tocar la guitarra. Andrew le contestó que sí; entonces, el "negro" Jose le dijo que sacara su guitarra de su equipaje y se pusiera a tocarla para elevar los ánimos de todos en aquella solitaria noche, ya que él, lastimado como estaba, no podía ni sentarse. Andrew llegó con la guitarra, se sentó y se puso a tocar la unica canción que sabía, pero se notaba que habia perdido la práctica. Todos rieron. Un nativo tomó la guitarra y se puso a acompañar el canto de otro. Sandy se quedó mirando a Andrew. - "¿Por qué me mira así?"- se preguntó Andrew. Se puso algo nervioso. Ella tenía bonitos ojos. ¿Le estaba empezando a agradar? -"¡No! Primero esta la supervivencia de todos. Luego habrá tiempo para romanticismos... aunque..."- Andrew se quedó mirando su piel morena iluminada por la calida luz de la fogata- "... Aunque tal vez no salgamos de esta... ¿Y si le digo algo?" Andrew estaba nervioso. Había dedicado toda su vida a la investigación y al saber; nunca había tenido tiempo para entablar una relación con nadie. Ella lo seguía mirando, con una atractiva y amigable sonrisa. Sandy, arrullada por la música, dejaba volar su imaginación. -"Por fin un momento de calma! qué incríble es todo esto..."- y sin embargo, allí estaban. Había vuelto a sus orígenes, a la tierra que la vió nacer. Qué lejos quedaban Londres y el puerto de donde partió, acompañada de Andrew y los demás, para aventurarse en aquel safari. -"Andrew... Qué distinto era a como lo había imaginado. Cuando me ofrecieron el puesto de intérprete, me hablaron de él como de una persona muy inteligente y poco dada a tener amigos... siempre tan metido en sus teorías, tan introvertido... Qué equivocados estaban y qué ciega estaba yo; tendrían que haberse dado cuenta antes de que las apariencias engañan. De no ser por él, aún seguiríamos muertos de hambre y al borde de la desesperación. Lo miró y le sonrió agradecida. Nadie se percató, sin embargo, de que uno de los cargadores, cuando llegaron con la gacela, con un filoso cuchillo, sacó varias tirillas del cuero antes de poner al fuego la carne, para hacer tientos con los cuales habría de fabricar luego, arcos con los que podrían disparar flechas, ya que otras armas de largo alcance no tenían. A la mañana levantaron el campamento y emprendieron el viaje. El dia los recibió con mucho calor y un sol muy agresivo. Todos se aligeraron de ropa y muchos se ataron la ropa de mas en la cintura. Andrew era el único que seguía con las mismas ropas, tal vez por ser excesivamente pudoroso como para dejar ver su torso desnudo. En medio llevaban al "negro" Jose en una camilla, con un aspecto mucho mejor del dia anterior. Lord Edward, siempre solitario y mistico, caminaba detras del grupo con su radio, probando diferentes frecuencias. La selva parecia hacerse cada vez más densa y peligrosa. El terreno era mas desprolijo. El calor abrumaba. En eso, algo interrumpió aquel silencio provocado por la fatiga. Un ruido. Un sonido que cobraba mas fuerza. Provenia de las nubes. Todos levantaron su mirada al cielo. Un avión. Lejano, ajeno, cruzando por entre los cumulos blancos y saliendo de ellos, para pintarse como una mancha blanca sobre el cielo tremendamente azul. El ruido zumbante de los motores todavia se seguia escuchando. Uno de los nativos gritó, y el negro Jose comenzó a reir. Pero, lo del negro José no era risa, sino más bien un rictus de la boca que se asemejaba a una sonrisa, ya que él sabía que el avión que pasaba sobre ellos, no podría verlos ya que justamente estaban en la parte de la selva que se hacía más y más espesa. Estaban en la misma situación que náufragos en una balsa: podrían ver algún barco en la lejanía, pero si no tenían bengalas, los del barco no los verían; y ellos tampoco podían hacerles señales visibles. Lamentablemente, el ruido del avión comenzó a hacerse más y más lejano... Pasaron los días. Cazaban con lo que habían elaborado y bebían del rocío que amanecía en las hojas. El "negro" José parecía más mejorado con la aplicación de las hierbas; a los pocos días ya podía caminar con ayuda de unas improvisadas muletas. Según Wiku y Tuki ya debían de estar a punto de dejar atrás el territorio de los Uthak. Se estaban acercando por fin a la Laguna de los Patos que tanto habían buscado. - Dicen que llegaremos en un par de jornadas más- se volvió Sandy hacia el resto del grupo. Se notaba que hacía grandes esfuerzos para sonreir. Tantos días de agotadora marcha habían hecho mella en su cuerpo y ahora se notaba que le faltaban las fuerzas hasta para intentarlo... - Es mejor que no descansemos esta noche. Aún no estamos seguros en estos contornos- y volviéndose a Sandy, le dijo: - Sandy, yo llevaré tus cosas; pareces cansada. El que así le hablaba a Sandy, era Andrew, quien aún se sentía invadido por la mirada que ella le había dedicado aquella noche en que saborearon la carne asada de la gacela. Pero, él también se sentía muy cansado; no estaba acostumbrado a esa vida: él era un escritor y un estudioso, no un asiduo integrante de safaris. El agua que bebían del rocío no era suficiente y algo le llamó la atención: por qué los cargadores no se mostraban deshidratados como ellos? los observó y notó que uno de ellos cortó con su machete un pedazo de liana de aproximadamente un metro y que luego, alzándolo sobre su boca, bebió el agua que caía de ella***. Si bien su sabor era algo amargo, aparte de apagar la sed, los hidrataba y los proveía de vitaminas, tan necesarias en momentos como esos en que la alimentación era escasa. Quien parecía ajeno a todo era Lord Edward. - "Y a mí quién me lleva mis cosas?" - pensaba mientras se colocaba al hombro, dolorido por sol, sus libros y su radio. - "Soy yo quien lidera este safari, y no ese presuntuoso novato aprendiz de arqueólogo aficionado... Él se lleva las alabanzas y las sonrisas mientras a mí nadie me reconoce mis esfuerzos; quién si no yo, intento contactar con alguien? lo me recuerda..." - de pronto se paró y reflexionó - Recuerdo que la radio funcionaba perfectamente; por qué ahora no puedo contactarme con nadie? pilas tiene, hay ruidos ininteligibles pero no logra una comunicación concreta..." - de pronto dice en voz baja: - No será que a causa del golpe que recibió cuando nos invadieron el campamento, algo se desconectó?- Volvió a depositar todas sus cosas en el suelo y con la punta de su cuchillo, sacó los tornillos de la tapa trasera de la radio... miró y lanzó un grito de alegría: - SIIII...!!!! está desconectada la antena... por eso no tengo alcance... - rápidamente la conecta y prueba nuevamente. Esta vez, una voz desde el otro lado le responde. Suena entrecortada por las interferencias, pero aún así, puede distinguirse: - Aquí R1 (quishrshshrshshs)... pero no aparecen por ninguna parte. Es como se los hubiera tragado el desierto (qhishrshrshshshs)... abandonar la labor de búsqueda? Cambio. * las leonas cuando van a tener cría, se separan de la manada, tienen sus crías y luego las alimentan hasta que tienen un determinado tamaño, antes de llevarlos junto al grupo... mientras dejan a sus cachorros en lugar seguro, ya que cuando son chiquitos, se mimetizan perfectamente en el medio ambiente, salen a cazar para alimentarse, ya que deben amamantar a dos crías ** sabido es que los felinos, comen primeramente las vísceras de los animales que cazan y luego, el resto, lo llevan y lo cuelgan de algún árbol, a resguardo de las hienas, para comerlo después... *** esto lo ví hacer a Tarzán en una de sus películas... cuando chico, era fanático de él y no me perdía ninguna...
Capítulo II. Los integrantes Andrew y Sandy habían regresado del pantano con varias sanguijuelas, pero lo más importante era que aparte de ellas, habían conseguido un musgo que utilizaban los "brujos" de la tribus para cicatrizar heridas... (claro: tenían esa propiedad ya que sin saberlo, eran nada más y nada menos que los precursores de la "penicilina"). Rápidamente, aplicaron las sanguijuelas alrededor de las heridas para evitar que la infección se siga propagando y sobre las mismas, aplicaron esa "penicilina natural", que en definitiva será lo que las cure. Al levantar la vista, vieron a Lord Edward con cara "de pocos amigos". Ellos creían que era por lo que estuvieron haciendo, pero no imaginaron que era porque no podía hacer funcionar su radio para comunicarse con quien tanto le interesaba. El "negro" Jose suspiró aliviado por el efecto del musgo; pero a la vez estaba angustiado ya que tenía fobia a las sanguijuelas, pero no le quedaba más remedio que aguantarse. Sandy murmuró algo en contra de Lord Edward y sus protesas constantes. A saber por qué decidió patrocinar el Safari si detestaba toda clase de alejamiento de su vida acomodada. Estaba bien claro que sus intenciones estaban más allá de hacer pasar una buena temporada al Safari organizado este año. Sandy estaba casi segura de que codiciaba algo de esas tierras, era bien sabido que el oro es sagrado para los Uthak... detalle que seguramente a Lord Edward no se le había escapado. Miró a su alrededor y contempló a sus compañeros. A su lado, el "negro" José intentaba dormir, ahora que más o menos podía hacerlo. Andrew, sentado un poco más allá, parecía discutir consigo mismo, pensando el modo de sacarlos de allí. Lord Edward entró en su tienda, donde continuó escribiendo sus memorias. Tuki y Wiku preparaban la hoguera para esa noche, siempre murmurando en su lengua nativa. Más alejados, con los nervios aún a flor de piel, estaban los demás cargadores que, según se sabe, son los más superticiosos y por ende, los que más respetan las indicaciones de los indígenas de la zona. El temor se había apoderado de ellos y no era fácil poder mantenerlos tranquilos; además, si bien los leños crepitaban en la hoguera, no había ningún tipo de carne para poner sobre las brasas. A la mañana siguiente, de alguna forma, iban a tener que conseguir algo más sustancioso para comer. A los demás del grupo casi no los conocía pero, Andrew, constituído accidentalmente en el jefe del grupo, no se preocupó mucho por ello: tenía que salvarlos a todos, sin menospreciar a ninguno. En esos pensamiento estaba, cuando se le acercó otro de los cargadores y en su lengua nativa y mezcla con la inglesa, le dijo: "Wanna, mirar el cielo...". Como el día con su llegada, había borrado las últimas sombras de la noche, alcanzó a divisar volando en círculos, un grupo de buitres. Qué significaba aquello? es sabido que los buitres son aves carroñeras y cuando avistan algún animal muerto o tal vez herido de muerte, comienzan a volar en círculos para ver si luego pueden bajar sin peligro para ellos. Andrew no lo pensó dos veces: les ordenó a 4 cargadores que tomen sus lanzas y machetes y que lo siguieran. Rápidamente se dirigió con ellos hacia el lugar donde se divisaban revoloteando los buitres, con la esperanza de encontrar algún animal que les pudiera servir de comida. Cuando se acercaban al sitio, vieron ya desde lejos una leona comiendo una gacela*. Al revés de lo que hacen las leonas para cazar, que avanzan sigilosamente, los cargadores corrieron gritando y revoleando lanzas y machetes, para asustar al felino. Afortunadamente, la leona que ya había saciado su hambre, rugió desdeñosamente y comenzó a alejarse**. Todo parecía indicar que ya estaban en poseción de carne fresca, pero los buitres, al ver que la leona se alejaba, prestamente comenzaron a bajar sobre la gacela. Los cargadores, cuando vieron que podían quedarse sin la carne, con los machetes hicieron frente a las aves y con golpes certeros, cortaron las cabezas a dos de éstos. Los demás, retrocedieron para resguardarse de otros ataques. Andrew, ni lerdo ni perezoso, les indicó a los cargadores que tomen de las patas traseras (dos de cada pata) a la gacela y rápidamente, arrastrándola, se dirigieron al campamento. Por fin, después de varios días, el olor a carne asada iba a diseminarse por el aire nuevamente. Comieron la comida, felices y contentos, e hicieron una fogata en el medio del campamento. Uno de los nativos se puso a cantar una extraña cancion y los demás lo siguieron, haciendole coro. El "negro" Jose llamó a Andrew y le preguntó si sabía tocar la guitarra. Andrew le contestó que sí; entonces, el "negro" Jose le dijo que sacara su guitarra de su equipaje y se pusiera a tocarla para elevar los ánimos de todos en aquella solitaria noche, ya que él, lastimado como estaba, no podía ni sentarse. Andrew llegó con la guitarra, se sentó y se puso a tocar la unica canción que sabía, pero se notaba que habia perdido la práctica. Todos rieron. Un nativo tomó la guitarra y se puso a acompañar el canto de otro. Sandy se quedó mirando a Andrew. - "¿Por qué me mira así?"- se preguntó Andrew. Se puso algo nervioso. Ella tenía bonitos ojos. ¿Le estaba empezando a agradar? -"¡No! Primero esta la supervivencia de todos. Luego habrá tiempo para romanticismos... aunque..."- Andrew se quedó mirando su piel morena iluminada por la calida luz de la fogata- "... Aunque tal vez no salgamos de esta... ¿Y si le digo algo?" Andrew estaba nervioso. Había dedicado toda su vida a la investigación y al saber; nunca había tenido tiempo para entablar una relación con nadie. Ella lo seguía mirando, con una atractiva y amigable sonrisa. Sandy, arrullada por la música, dejaba volar su imaginación. -"Por fin un momento de calma! qué incríble es todo esto..."- y sin embargo, allí estaban. Había vuelto a sus orígenes, a la tierra que la vió nacer. Qué lejos quedaban Londres y el puerto de donde partió, acompañada de Andrew y los demás, para aventurarse en aquel safari. -"Andrew... Qué distinto era a como lo había imaginado. Cuando me ofrecieron el puesto de intérprete, me hablaron de él como de una persona muy inteligente y poco dada a tener amigos... siempre tan metido en sus teorías, tan introvertido... Qué equivocados estaban y qué ciega estaba yo; tendrían que haberse dado cuenta antes de que las apariencias engañan. De no ser por él, aún seguiríamos muertos de hambre y al borde de la desesperación. Lo miró y le sonrió agradecida. Nadie se percató, sin embargo, de que uno de los cargadores, cuando llegaron con la gacela, con un filoso cuchillo, sacó varias tirillas del cuero antes de poner al fuego la carne, para hacer tientos con los cuales habría de fabricar luego, arcos con los que podrían disparar flechas, ya que otras armas de largo alcance no tenían. A la mañana levantaron el campamento y emprendieron el viaje. El dia los recibió con mucho calor y un sol muy agresivo. Todos se aligeraron de ropa y muchos se ataron la ropa de mas en la cintura. Andrew era el único que seguía con las mismas ropas, tal vez por ser excesivamente pudoroso como para dejar ver su torso desnudo. En medio llevaban al "negro" Jose en una camilla, con un aspecto mucho mejor del dia anterior. Lord Edward, siempre solitario y mistico, caminaba detras del grupo con su radio, probando diferentes frecuencias. La selva parecia hacerse cada vez más densa y peligrosa. El terreno era mas desprolijo. El calor abrumaba. En eso, algo interrumpió aquel silencio provocado por la fatiga. Un ruido. Un sonido que cobraba mas fuerza. Provenia de las nubes. Todos levantaron su mirada al cielo. Un avión. Lejano, ajeno, cruzando por entre los cumulos blancos y saliendo de ellos, para pintarse como una mancha blanca sobre el cielo tremendamente azul. El ruido zumbante de los motores todavia se seguia escuchando. Uno de los nativos gritó, y el negro Jose comenzó a reir. Pero, lo del negro José no era risa, sino más bien un rictus de la boca que se asemejaba a una sonrisa, ya que él sabía que el avión que pasaba sobre ellos, no podría verlos ya que justamente estaban en la parte de la selva que se hacía más y más espesa. Estaban en la misma situación que náufragos en una balsa: podrían ver algún barco en la lejanía, pero si no tenían bengalas, los del barco no los verían; y ellos tampoco podían hacerles señales visibles. Lamentablemente, el ruido del avión comenzó a hacerse más y más lejano... Pasaron los días. Cazaban con lo que habían elaborado y bebían del rocío que amanecía en las hojas. El "negro" José parecía más mejorado con la aplicación de las hierbas; a los pocos días ya podía caminar con ayuda de unas improvisadas muletas. Según Wiku y Tuki ya debían de estar a punto de dejar atrás el territorio de los Uthak. Se estaban acercando por fin a la Laguna de los Patos que tanto habían buscado. - Dicen que llegaremos en un par de jornadas más- se volvió Sandy hacia el resto del grupo. Se notaba que hacía grandes esfuerzos para sonreir. Tantos días de agotadora marcha habían hecho mella en su cuerpo y ahora se notaba que le faltaban las fuerzas hasta para intentarlo... - Es mejor que no descansemos esta noche. Aún no estamos seguros en estos contornos- y volviéndose a Sandy, le dijo: - Sandy, yo llevaré tus cosas; pareces cansada. El que así le hablaba a Sandy, era Andrew, quien aún se sentía invadido por la mirada que ella le había dedicado aquella noche en que saborearon la carne asada de la gacela. Pero, él también se sentía muy cansado; no estaba acostumbrado a esa vida: él era un escritor y un estudioso, no un asiduo integrante de safaris. El agua que bebían del rocío no era suficiente y algo le llamó la atención: por qué los cargadores no se mostraban deshidratados como ellos? los observó y notó que uno de ellos cortó con su machete un pedazo de liana de aproximadamente un metro y que luego, alzándolo sobre su boca, bebió el agua que caía de ella***. Si bien su sabor era algo amargo, aparte de apagar la sed, los hidrataba y los proveía de vitaminas, tan necesarias en momentos como esos en que la alimentación era escasa. Quien parecía ajeno a todo era Lord Edward. - "Y a mí quién me lleva mis cosas?" - pensaba mientras se colocaba al hombro, dolorido por sol, sus libros y su radio. - "Soy yo quien lidera este safari, y no ese presuntuoso novato aprendiz de arqueólogo aficionado... Él se lleva las alabanzas y las sonrisas mientras a mí nadie me reconoce mis esfuerzos; quién si no yo, intento contactar con alguien? lo me recuerda..." - de pronto se paró y reflexionó - Recuerdo que la radio funcionaba perfectamente; por qué ahora no puedo contactarme con nadie? pilas tiene, hay ruidos ininteligibles pero no logra una comunicación concreta..." - de pronto dice en voz baja: - No será que a causa del golpe que recibió cuando nos invadieron el campamento, algo se desconectó?- Volvió a depositar todas sus cosas en el suelo y con la punta de su cuchillo, sacó los tornillos de la tapa trasera de la radio... miró y lanzó un grito de alegría: - SIIII...!!!! está desconectada la antena... por eso no tengo alcance... - rápidamente la conecta y prueba nuevamente. Esta vez, una voz desde el otro lado le responde. Suena entrecortada por las interferencias, pero aún así, puede distinguirse: - Aquí R1 (quishrshshrshshs)... pero no aparecen por ninguna parte. Es como se los hubiera tragado el desierto (qhishrshrshshshs)... abandonar la labor de búsqueda?? Cambio. Al oír esto, desesperadamente dice: - Aquí Lord Edward... Aquí Lord Edward... si me escuchan, por favor, no abandonar búsqueda... no abandonar búsqueda... estamos en serios problemas... estamos en serios problemas... Contesten por favor.... Cambio.- * las leonas cuando van a tener cría, se separan de la manada, tienen sus crías y luego las alimentan hasta que tienen un determinado tamaño, antes de llevarlos junto al grupo... mientras dejan a sus cachorros en lugar seguro, ya que cuando son chiquitos, se mimetizan perfectamente en el medio ambiente, salen a cazar para alimentarse, ya que deben amamantar a dos crías ** sabido es que los felinos, comen primeramente las vísceras de los animales que cazan y luego, el resto, lo llevan y lo cuelgan de algún árbol, a resguardo de las hienas, para comerlo después... *** esto lo ví hacer a Tarzán en una de sus películas... cuando chico, era fanático de él y no me perdía ninguna... Edit: perdona Abu, que me acabo de dar cuenta de que escribí mi historia sobre la tuya... le di a editar para copiarla con el formato y todo y le di a enviar sin darme cuenta de que no lo había pasado a mi mensaje...
Capítulo II. Los integrantes Andrew y Sandy habían regresado del pantano con varias sanguijuelas, pero lo más importante era que aparte de ellas, habían conseguido un musgo que utilizaban los "brujos" de la tribus para cicatrizar heridas... (claro: tenían esa propiedad ya que sin saberlo, eran nada más y nada menos que los precursores de la "penicilina"). Rápidamente, aplicaron las sanguijuelas alrededor de las heridas para evitar que la infección se siga propagando y sobre las mismas, aplicaron esa "penicilina natural", que en definitiva será lo que las cure. Al levantar la vista, vieron a Lord Edward con cara "de pocos amigos". Ellos creían que era por lo que estuvieron haciendo, pero no imaginaron que era porque no podía hacer funcionar su radio para comunicarse con quien tanto le interesaba. El "negro" Jose suspiró aliviado por el efecto del musgo; pero a la vez estaba angustiado ya que tenía fobia a las sanguijuelas, pero no le quedaba más remedio que aguantarse. Sandy murmuró algo en contra de Lord Edward y sus protesas constantes. A saber por qué decidió patrocinar el Safari si detestaba toda clase de alejamiento de su vida acomodada. Estaba bien claro que sus intenciones estaban más allá de hacer pasar una buena temporada al Safari organizado este año. Sandy estaba casi segura de que codiciaba algo de esas tierras, era bien sabido que el oro es sagrado para los Uthak... detalle que seguramente a Lord Edward no se le había escapado. Miró a su alrededor y contempló a sus compañeros. A su lado, el "negro" José intentaba dormir, ahora que más o menos podía hacerlo. Andrew, sentado un poco más allá, parecía discutir consigo mismo, pensando el modo de sacarlos de allí. Lord Edward entró en su tienda, donde continuó escribiendo sus memorias. Tuki y Wiku preparaban la hoguera para esa noche, siempre murmurando en su lengua nativa. Más alejados, con los nervios aún a flor de piel, estaban los demás cargadores que, según se sabe, son los más superticiosos y por ende, los que más respetan las indicaciones de los indígenas de la zona. El temor se había apoderado de ellos y no era fácil poder mantenerlos tranquilos; además, si bien los leños crepitaban en la hoguera, no había ningún tipo de carne para poner sobre las brasas. A la mañana siguiente, de alguna forma, iban a tener que conseguir algo más sustancioso para comer. A los demás del grupo casi no los conocía pero, Andrew, constituído accidentalmente en el jefe del grupo, no se preocupó mucho por ello: tenía que salvarlos a todos, sin menospreciar a ninguno. En esos pensamiento estaba, cuando se le acercó otro de los cargadores y en su lengua nativa y mezcla con la inglesa, le dijo: "Wanna, mirar el cielo...". Como el día con su llegada, había borrado las últimas sombras de la noche, alcanzó a divisar volando en círculos, un grupo de buitres. Qué significaba aquello? es sabido que los buitres son aves carroñeras y cuando avistan algún animal muerto o tal vez herido de muerte, comienzan a volar en círculos para ver si luego pueden bajar sin peligro para ellos. Andrew no lo pensó dos veces: les ordenó a 4 cargadores que tomen sus lanzas y machetes y que lo siguieran. Rápidamente se dirigió con ellos hacia el lugar donde se divisaban revoloteando los buitres, con la esperanza de encontrar algún animal que les pudiera servir de comida. Cuando se acercaban al sitio, vieron ya desde lejos una leona comiendo una gacela*. Al revés de lo que hacen las leonas para cazar, que avanzan sigilosamente, los cargadores corrieron gritando y revoleando lanzas y machetes, para asustar al felino. Afortunadamente, la leona que ya había saciado su hambre, rugió desdeñosamente y comenzó a alejarse**. Todo parecía indicar que ya estaban en poseción de carne fresca, pero los buitres, al ver que la leona se alejaba, prestamente comenzaron a bajar sobre la gacela. Los cargadores, cuando vieron que podían quedarse sin la carne, con los machetes hicieron frente a las aves y con golpes certeros, cortaron las cabezas a dos de éstos. Los demás, retrocedieron para resguardarse de otros ataques. Andrew, ni lerdo ni perezoso, les indicó a los cargadores que tomen de las patas traseras (dos de cada pata) a la gacela y rápidamente, arrastrándola, se dirigieron al campamento. Por fin, después de varios días, el olor a carne asada iba a diseminarse por el aire nuevamente. Comieron la comida, felices y contentos, e hicieron una fogata en el medio del campamento. Uno de los nativos se puso a cantar una extraña cancion y los demás lo siguieron, haciendole coro. El "negro" Jose llamó a Andrew y le preguntó si sabía tocar la guitarra. Andrew le contestó que sí; entonces, el "negro" Jose le dijo que sacara su guitarra de su equipaje y se pusiera a tocarla para elevar los ánimos de todos en aquella solitaria noche, ya que él, lastimado como estaba, no podía ni sentarse. Andrew llegó con la guitarra, se sentó y se puso a tocar la unica canción que sabía, pero se notaba que habia perdido la práctica. Todos rieron. Un nativo tomó la guitarra y se puso a acompañar el canto de otro. Sandy se quedó mirando a Andrew. - "¿Por qué me mira así?"- se preguntó Andrew. Se puso algo nervioso. Ella tenía bonitos ojos. ¿Le estaba empezando a agradar? -"¡No! Primero esta la supervivencia de todos. Luego habrá tiempo para romanticismos... aunque..."- Andrew se quedó mirando su piel morena iluminada por la calida luz de la fogata- "... Aunque tal vez no salgamos de esta... ¿Y si le digo algo?" Andrew estaba nervioso. Había dedicado toda su vida a la investigación y al saber; nunca había tenido tiempo para entablar una relación con nadie. Ella lo seguía mirando, con una atractiva y amigable sonrisa. Sandy, arrullada por la música, dejaba volar su imaginación. -"Por fin un momento de calma! qué incríble es todo esto..."- y sin embargo, allí estaban. Había vuelto a sus orígenes, a la tierra que la vió nacer. Qué lejos quedaban Londres y el puerto de donde partió, acompañada de Andrew y los demás, para aventurarse en aquel safari. -"Andrew... Qué distinto era a como lo había imaginado. Cuando me ofrecieron el puesto de intérprete, me hablaron de él como de una persona muy inteligente y poco dada a tener amigos... siempre tan metido en sus teorías, tan introvertido... Qué equivocados estaban y qué ciega estaba yo; tendrían que haberse dado cuenta antes de que las apariencias engañan. De no ser por él, aún seguiríamos muertos de hambre y al borde de la desesperación. Lo miró y le sonrió agradecida. Nadie se percató, sin embargo, de que uno de los cargadores, cuando llegaron con la gacela, con un filoso cuchillo, sacó varias tirillas del cuero antes de poner al fuego la carne, para hacer tientos con los cuales habría de fabricar luego, arcos con los que podrían disparar flechas, ya que otras armas de largo alcance no tenían. A la mañana levantaron el campamento y emprendieron el viaje. El dia los recibió con mucho calor y un sol muy agresivo. Todos se aligeraron de ropa y muchos se ataron la ropa de mas en la cintura. Andrew era el único que seguía con las mismas ropas, tal vez por ser excesivamente pudoroso como para dejar ver su torso desnudo. En medio llevaban al "negro" Jose en una camilla, con un aspecto mucho mejor del dia anterior. Lord Edward, siempre solitario y mistico, caminaba detras del grupo con su radio, probando diferentes frecuencias. La selva parecia hacerse cada vez más densa y peligrosa. El terreno era mas desprolijo. El calor abrumaba. En eso, algo interrumpió aquel silencio provocado por la fatiga. Un ruido. Un sonido que cobraba mas fuerza. Provenia de las nubes. Todos levantaron su mirada al cielo. Un avión. Lejano, ajeno, cruzando por entre los cumulos blancos y saliendo de ellos, para pintarse como una mancha blanca sobre el cielo tremendamente azul. El ruido zumbante de los motores todavia se seguia escuchando. Uno de los nativos gritó, y el negro Jose comenzó a reir. Pero, lo del negro José no era risa, sino más bien un rictus de la boca que se asemejaba a una sonrisa, ya que él sabía que el avión que pasaba sobre ellos, no podría verlos ya que justamente estaban en la parte de la selva que se hacía más y más espesa. Estaban en la misma situación que náufragos en una balsa: podrían ver algún barco en la lejanía, pero si no tenían bengalas, los del barco no los verían; y ellos tampoco podían hacerles señales visibles. Lamentablemente, el ruido del avión comenzó a hacerse más y más lejano... Pasaron los días. Cazaban con lo que habían elaborado y bebían del rocío que amanecía en las hojas. El "negro" José parecía más mejorado con la aplicación de las hierbas; a los pocos días ya podía caminar con ayuda de unas improvisadas muletas. Según Wiku y Tuki ya debían de estar a punto de dejar atrás el territorio de los Uthak. Se estaban acercando por fin a la Laguna de los Patos que tanto habían buscado. - Dicen que llegaremos en un par de jornadas más- se volvió Sandy hacia el resto del grupo. Se notaba que hacía grandes esfuerzos para sonreir. Tantos días de agotadora marcha habían hecho mella en su cuerpo y ahora se notaba que le faltaban las fuerzas hasta para intentarlo... - Es mejor que no descansemos esta noche. Aún no estamos seguros en estos contornos- y volviéndose a Sandy, le dijo: - Sandy, yo llevaré tus cosas; pareces cansada. El que así le hablaba a Sandy, era Andrew, quien aún se sentía invadido por la mirada que ella le había dedicado aquella noche en que saborearon la carne asada de la gacela. Pero, él también se sentía muy cansado; no estaba acostumbrado a esa vida: él era un escritor y un estudioso, no un asiduo integrante de safaris. El agua que bebían del rocío no era suficiente y algo le llamó la atención: por qué los cargadores no se mostraban deshidratados como ellos? los observó y notó que uno de ellos cortó con su machete un pedazo de liana de aproximadamente un metro y que luego, alzándolo sobre su boca, bebió el agua que caía de ella***. Si bien su sabor era algo amargo, aparte de apagar la sed, los hidrataba y los proveía de vitaminas, tan necesarias en momentos como esos en que la alimentación era escasa. Quien parecía ajeno a todo era Lord Edward. - "Y a mí quién me lleva mis cosas?" - pensaba mientras se colocaba al hombro, dolorido por sol, sus libros y su radio. - "Soy yo quien lidera este safari, y no ese presuntuoso novato aprendiz de arqueólogo aficionado... Él se lleva las alabanzas y las sonrisas mientras a mí nadie me reconoce mis esfuerzos; quién si no yo, intento contactar con alguien? lo me recuerda..." - de pronto se paró y reflexionó - Recuerdo que la radio funcionaba perfectamente; por qué ahora no puedo contactarme con nadie? pilas tiene, hay ruidos ininteligibles pero no logra una comunicación concreta..." - de pronto dice en voz baja: - No será que a causa del golpe que recibió cuando nos invadieron el campamento, algo se desconectó?- Volvió a depositar todas sus cosas en el suelo y con la punta de su cuchillo, sacó los tornillos de la tapa trasera de la radio... miró y lanzó un grito de alegría: - SIIII...!!!! está desconectada la antena... por eso no tengo alcance... - rápidamente la conecta y prueba nuevamente. Esta vez, una voz desde el otro lado le responde. Suena entrecortada por las interferencias, pero aún así, puede distinguirse: - Aquí R1 (quishrshshrshshs)... pero no aparecen por ninguna parte. Es como se los hubiera tragado el desierto (qhishrshrshshshs)... abandonar la labor de búsqueda?? Cambio. Al oír esto, desesperadamente dice: - Aquí Lord Edward... Aquí Lord Edward... si me escuchan, por favor, no abandonar búsqueda... no abandonar búsqueda... estamos en serios problemas... estamos en serios problemas... Contesten por favor.... Cambio.- Silencio. Lord Edward espera tres segundos. Como persiste el silencio, vuelve a intentarlo, aun incluso con más fuerza. Los nervios no le dejan ni apretar el micrófono. - Por favor! no se retiren! Aquí lord Edward, de la expedición. Tenemos poblemas!! pueden oírme?? contesten, por favor!! La espera se hace eterna. A todo esto, los demás del grupo -más adelantados-, extrañados por la tardanza, se vuelven hacia él, cada vez más intrigados conforme se acercan al lugar donde ha depositado la radio. * las leonas cuando van a tener cría, se separan de la manada, tienen sus crías y luego las alimentan hasta que tienen un determinado tamaño, antes de llevarlos junto al grupo... mientras dejan a sus cachorros en lugar seguro, ya que cuando son chiquitos, se mimetizan perfectamente en el medio ambiente, salen a cazar para alimentarse, ya que deben amamantar a dos crías ** sabido es que los felinos, comen primeramente las vísceras de los animales que cazan y luego, el resto, lo llevan y lo cuelgan de algún árbol, a resguardo de las hienas, para comerlo después... *** esto lo ví hacer a Tarzán en una de sus películas... cuando chico, era fanático de él y no me perdía ninguna...